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Domingo, 9 de julio de 2006

SOCIEDAD

La ley de talles pasará de moda por el fin de la masificación de marcas

"Ninguna ley puede modificar tendencias sociales, en este momento no
tiene sentido", aseguró la socióloga de la moda Susana Saulquin, al rechazar el proyecto con media sanción en la Legislatura santafesina.

 Por Sonia Tessa

"Para vos no hay talle". Son sólo cuatro palabras pero a algunas mujeres le suenan a sentencia o a pesadilla. No hace falta ser gorda para escucharla, ya que algunas marcas de ropa sólo hacen los talles más pequeños. La media sanción que la Cámara de Diputados dio el jueves pasado a la ley de talles reinstaló la polémica. Mientras la autora del proyecto, la legisladora Miriam Benítez (Partido del Progreso Social), argumentó que la norma protege el derecho personalísimo de los ciudadanos a conformar su imagen; la obligatoriedad de fabricar prendas de todas las medidas puso en pie de guerra a la Cámara de la Industria de la Indumentaria. Desde el ámbito académico, la reconocida socióloga de la moda Susana Saulquin consideró que esta regulación es "un disparate total porque ninguna ley puede modificar tendencias sociales" y aseguró además que "en este momento no tiene sentido".

"Los políticos hacen una ley así para estar en los medios y hacer inspecciones", dijo la investigadora, autora del libro Historia de la moda argentina, quien agregó que "las legisladoras, generalmente mujeres, piensan que de esta manera hacen una buena acción, pero sin embargo es inconducente, porque no entienden absolutamente nada del sistema de la moda". En ese marco, enfatizó también que los tiempos están cambiando. "La tendencia va a ser a los talles grandes, sin leyes o con leyes, porque se acabó la masificación".

Saulquin puntualizó que desde 2001 se inició una corriente de personalización en la indumentaria. "Se acaba la masificación junto con los autoritarismos y entramos en una etapa más de personalizaciones –aseguró-. La tendencia es a la libertad de los cuerpos, de manera que habrá talles para todo el mundo, de una manera u otra. Y si bien estos movimientos tienen sus tiempos para instalarse, ya está presente".

Más allá de los argumentos de la socióloga, Benítez subrayó que la iniciativa -modificada a partir de las observaciones que habían surgido desde la industria- apunta a normalizar los talles, y para eso recurre a las normas IRAM. "Vos entrás a una zapatería y sabés qué número usás, pero en la ropa no era así", consideró.

Al mismo tiempo, afirmó que no se trata de obligar a los fabricantes a hacer talles especiales. "Por supuesto que aquellas personas que tienen más de talle 48 deberán ir a negocios especiales. Pero el problema es para las personas que circulamos en la calle y que somos el mercado real, porque tenemos curvas reales y no respondemos a ese modelo de belleza impuesto, que no existe en la realidad, de delgadez excesiva", indicó la legisladora. "Y por supuesto que para entrar en esos talles, las chicas muchas veces sufren trastornos alimenticios, además de problemas psicológicos porque sienten que no pueden salir con sus amigas, que no les entra la ropa, se sienten marginadas", agregó.

Por su parte, el gerente de la Cámara de la Industria de la Indumentaria, Mario Giambatistelli, afirmó que la ley es inconstitucional. Al punto que enviaron una nota al Senado provincial para que no la sancione. "Este proyecto no respeta el desarrollo de la industria de la indumentaria en este período, porque en este momento están cubiertos todos los talles, incluso especiales. Pero la diferencia es que algunas marcas definitivamente eligieron otro nivel, otro nicho de mercado, y no podrían vender los talles que se les quiere obligar a fabricar", afirmó el industrial, quien subrayó: "Nadie fabrica lo que no se vende".

Giambatistelli considera que la clave está en la segmentación de público. "No se puede obligar a la automotriz Mercedes Benz a fabricar autos económicos, porque no es su nicho. Existen en la actualidad más de 60 comercios dedicados a los talles grandes, porque es un segmento bueno para desarrollarlo, pero no podemos obligar a hacerlo a quienes tomaron otra decisión de mercado", indicó.

Desde la Legislatura, Benítez afirmó que modificó el proyecto de ley para atender a estas objeciones, pero defendió su necesidad. "Los industriales argumentaban que condiciona la libertad de industria consagrada en la Constitución -argumentó-. Como legisladora considero que se debe responder a las leyes de mercado, pero hay otros derechos, que son los derechos individuales de las personas que deben estar garantizados. Uno de ellos es a la imagen, y en ese sentido, la ropa es un derecho personalísimo. Entonces, impedir el acceso a la formación de una imagen por una imposibilidad de conseguir prendas de uso común vulnera los derechos de las personas. No puedo pretender como mujer adulta tener acceso a los modelos de teenager, pero sí que se respeten los talles hasta el 48".

Benítez considera importante que la indumentaria se fabrique de acuerdo con las "medidas antropométricas" que surgen de la combinación de la estructura ósea de determinada raza y el peso corporal que corresponde. "La nutricionista que consultamos para hacer la ley certificó que los modelos de muchas marcas de ropa no alcanzan a esas medidas mínimas de relación entre estructura ósea y peso. Nos manifestaba que eran prendas diseñadas para desnutridos", contó.

En ese punto, Saulquin pone de relieve el cambio cultural que se produjo, y sitúa como punto de quiebre el atentado contra las torres gemelas en Nueva York, en septiembre de 2001. "Es cierto que durante la cultura de masas, que tenía como estrategia uniformar los cuerpos, la extrema delgadez era la manera de hacerlo. Esto ocurrió desde 1960 al 2001, cuando termina todo este proceso. Entonces la sociedad empujaba a todo esto, pero pretender modificarlo por ley es como querer tapar el sol con las manos. No tiene nada que ver la ley, porque está instalado como una estrategia de la cultura", explicó la socióloga de la moda y directora de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Y aseguró que esa época cultural terminó. "En este momento hay talles para todo el mundo, es cierto. Porque precisamente, la tendencia es a que cada uno se vista de acuerdo a su biotipo o sus medidas propias, porque lo importante ahora va a estar en la diversidad. Va a tener más poder quien sea diferente".

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La obligación de fabricar todos los talles apunta a proteger el derecho a conformar la imagen. La réplica es que "la tendencia va a ser a los talles grandes, sin leyes o con leyes".
 
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