Reunida de urgencia en Viena, la OSCE advirtió de un "desarrollo dramático" de los sucesos en Kirguistán, donde la cifra de muertos crece día a día y miles de civiles huyen a países vecinos. La OSCE teme una mayor violencia aún en el país, donde se habla oficialmente de 171 muertos, aunque se cree que la cifra real de víctimas es mucho mayor, dijo en un comunicado el alto comisario para minorías nacionales de la organización, Knut Vollebaek.

Vollebaek denunció que la población uzbeka es "sistemáticamente" atacada y sufre asesinatos, saqueos y provocación para que contraataque por parte de miembros de la mayoría kirguís.

La jefa de gobierno de transición, Rosa Otunbajeva, no tiene, "pese a sus buenas intenciones" el poder de imponer la ley y el orden en su país, añadió el comunicado, adoptado por los 56 países de Europa, Asia Central y América del Norte que integran la OSCE.

El texto llamó al Consejo de Seguridad de la ONU a celebrar una sesión urgente y pidió medidas inmediatas "para restaurar la seguridad pública y el Estado de derecho" en el país. Una resolución de la ONU, dijo, sería la mejor base legal para una intervención de la ONU o de una organización regional, añadió el diplomático noruego.

Los Estados miembro de la OSCE ofrecieron unánimemente tras el encuentro su ayuda para solucionar la crisis kirguisa y evitar una extensión del conflicto étnico en la región. Además, el organismo propuso un acuerdo entre uzbekos y todas las minorías nacionales para compartir el poder y pidió una investigación internacional independiente sobre la violencia étnica.

La OSCE fue la primera organización internacional que reconoció al gobierno de Otunbajeva tras el derrocamiento del anterior presidente Kurmanbek Bakiyev, en abril.