Una vez reanudada la audiencia, el médico José César Magrini, quien se desempeñó en la Unidad Penitenciaria San Martín (UP1), de la ciudad de Córdoba entre 1958 y marzo de 1977, reconoció que "los presos especiales eran sometidos a un régimen muy duro" después del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. "Nunca presencié los actos durísimos que ocurrían con ellos en la cárcel, pero sí me tocó atender las consecuencias psíquicas y físicas de ese régimen" reveló, y detalló que en la enfermería recibía a los presos "con golpes, contusiones, trastornos respiratorios y a veces otros cuadros graves".

Reveló también que era habitual que los presos que salían de la cárcel encapuchados "volvían" pero a quienes se llevaban sin capuchas "no volvían", y afirmó que esa tarea la realizaba el personal militar, ya que los agentes penitenciarios solo tenían la responsabilidad sobre la guardia externa del penal. En cuanto a los presos que no regresaban al penal dijo que las informaciones periodísticas sostenían que habían muerto en intentos de fuga "pero sabíamos que no era así y que los habían matado", y agregó que "todos sabían lo que ocurría, también lo sabían el Colegio Médico, el Colegio de Abogados, la Iglesia, la sociedad y el periodismo".

Magrini recordó que adentro del penal "ocurrieron dos homicidios", que no presenció, pero "en la cárcel todo se sabía" dijo, y agregó que por distintos comentarios supo que habían matado a su colega José 'Cacho' Moukarzel luego de tenerlo estaqueado, desnudo y a la intemperie, en uno de los días más frío de 1976. También recordó la muerte de Raúl 'Paco' Bauducco, quien fue asesinado de un tiro en la cabeza por el cabo Miguel Angel Pérez el 5 de julio del mismo año.

Videla, por su parte, pidió hablar de manera imprevista, y sostuvo que junto con sus "camaradas" se sentía "intimidado" por la realización de un acto que contó con la participación del secretario de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba, Luis Miguel Baronetto, uno de los testigos de la querella, y el ex dirigente montonero, Roberto Cirilo Perdía. "De su lectura llego a estas conclusiones: se trata de una amenaza de reinstaurar la violencia en la sociedad. Me siento intimidado por la situación que vivo con mis camaradas por la situación de ser preso político. Siento preocupación por mi familia que no tiene protección", advirtió el primer presidente de la última dictadura militar.