En total son 46 millones de franceses con derecho a participar en las elecciones, dentro y fuera del país. Hollande lleva meses por delante de Sarkozy en las encuestas, pero en la última semana disminuyó la diferencia entre ambos. La ultraderechista Marine Le Pen -que consiguió un 18 por ciento en la primera vuelta- no dio consigna alguna a sus seguidores pero anunció que votará en blanco. Por su parte, el centrista François Bayrou dará su voto a Hollande pero tampoco dio ninguna recomendación al cerca del 9 por ciento de los franceses que le apoyó. Y es de esperar que la mayor parte de los seguidores del izquierdista Jean-Luc Mélenchon voten por el candidato socialista.

"No aspiramos a provocar una crisis. En caso de un relevo en el poder (en París), la relación de amistad franco-alemana seguirá siendo un elemento estructural de nuestra política", afirmó el director de campaña de Hollande, quien la semana pasada tuvo un entredicho con Merkel por el estricto control de las finanzas que lleva a cabo el gobierno germano dentro de la Unión Europea.

Moscovici aseguró que "sabemos que Angela Merkel prefiere una victoria de Nicolas Sarkozy. Pero, en caso de ganar Francois Hollande, demostraremos que la amistad franco-alemana lo supera todo". En los últimos días, desde Berlín se insistió que, en caso de victoria socialista, se mantendrá la buena colaboración con Francia.

No son pocos los que advierten que el resultado de las elecciones de mañana pueden marcar un giro a la política económica de la UE, de una rigurosa austeridad basada en recortes sociales al saneamiento de las cuentas públicas orientadas hacia el crecimiento y el empleo.