Sábado, 2 de marzo de 2013 | Hoy
19:45 › EL RAYO QUE NO CESA
Cientos de miles de portugueses se manifestaron en más de 30 ciudades del país contra las políticas de ajuste exigidas por la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Según los organizadores de la protesta, en Lisboa salieron a la calle 500.000 personas y en Oporto, 400.000.
El lema de la protesta fue "O Povo é quem mais ordena" (El pueblo es el que manda), uno de los versos del himno de la revolución de 1974 , Grandola, Villa Morena, que derrotó a la dictadura fundada por António de Oliveira Salazar y se convirtió en símbolo del descontento ciudadano. La canción fue coreada al final de la marcha, en la plaza del Terreiro de Paco, la más grande de la capital lusa, y en otra veintena de ciudades portuguesas, así como en otras fuera del país, entre ellas, Barcelona, Madrid, Boston, Londres, París, Atenas y Estocolmo.
El movimiento "Que se lixe a troika" (Al diablo con la troika) ya había reunido en septiembre pasado a cientos de miles de personas en otra masiva protesta contra el ajuste. Varios gremios profesionales y grupos civiles se han sumado a las denominadas mareas sectoriales para participar en la protesta, en la que también estuvieron presentes sindicatos, partidos de izquierda y asociaciones de militares.
Esta vez la marcha por las calles de la capital portuguesa coincide con la presencia de representantes de la troika, que realizan la séptima evaluación al programa de asistencia financiera. La Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), también movilizó a sus afiliados, según lo confirmó su líder, Armenio Carlos.
Los indignados portugueses denunciaron que el primer ministro, Pedro Passos Coelho, cedió la soberanía nacional ante el FMI y la UE, que, en mayo de 2011, a petición del anterior Gobierno socialista, prestaron a Portugal 78.000 millones de euros para evitar su bancarrota. El Ejecutivo conservador ganó las elecciones anticipadas un mes después y puso en marcha un duro programa de ajustes y reformas para cumplir los acuerdos suscritos.
Veinte meses después, la coalición conservadora de Gobierno soportó dos huelgas generales y varias multitudinarias protestas ciudadanas y sindicales, por lo que sufre un gran desgaste en popularidad, y las encuestas la sitúan por detrás del Partido Socialista en las intenciones de voto.
Portugal tiene datos económicos que empeoran constantemente, lo que ayuda a comprender la alta adhesión a la protesta: la tasa de desempleo se disparó al 17,6 por ciento (el doble que hace tres años) y el PBI sufrió una caída del 3,8 por ciento, la peor en varias décadas, en el último trimestre de 2012.
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