Lunes, 11 de julio de 2016 | Hoy
19:10
Opinión, por Mempo Giardinelli
Más allá de la estupidez presidencial del “querido rey” y la “angustia de independizarse de España” que ofende la memoria de Manuel Belgrano, José de San Martín y muchos otros próceres, lo que los neomilitarizados fastos macristas mostraron estos días fue que estos tipos, además, son malos. Porque gracias a la prensa y la telebasura que los sustenta, encima, están empeñados en arruinar no sólo este presente miserable sino también el futuro.
El Ministerio de Educación que conduce Esteban Bullrich en sus momentos libres –es decir cuando no va al club o la embajada americana a homenajear bandera e himno de ésa, su madre patria– ha venido tomando una serie de medidas que más que desafortunadas son perversas, y que ahora alcanzan el paroxismo de la maldad.
En siete meses han desmantelado los programas Jóvenes y Memoria, Educación y Prevención de Adicciones, Comunidad y Convivencia Escolar, y también los Centros de Actividades Infantiles (CAI) y de Actividades Juveniles (CAJ), que mantenían abiertas las escuelas los fines de semana con actividades artísticas y deportivas. Asimismo liquidaron el Plan Fines (para completar estudios), el de Mejoras Institucionales (PMI) y han discontinuado la compra y distribución gratuita de millones de libros a todas las escuelas del país.
Además, se cargaron todos los equipos técnicos de la Educación Intercultural Bilingüe (que atendía a la población que habla idiomas de pueblos originarios), el Programa de Educación Artística (desmantelaron las Orquestas Infantiles y Juveniles nacionales), y liquidaron el Programa de Educación en Contextos de Encierro (para las escuelas en cárceles, orfanatos y hospitales), y todos los programas de Educación para Jóvenes y Adultos. Y por supuesto eliminaron el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI), que en todos los niveles educativos se concentraba en la prevención de las distintas formas de violencia de género, bullying, abusos y discriminación. Y del cual la mañana del pasado miércoles 7, en la esquina del Ministerio de Educación, sobre calle Marcelo T. de Alvear, aparecieron muchas bolsas de basura llenas de estos materiales educativos.
Y ni se diga la destrucción de hecho del Plan Nacional de Lectura, hoy un sello con un par de funcionarios, que acaba de cancelar los contratos de unos 200 trabajadores tercerizados por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y en su mayoría se desempeñaban en sus cargos desde hacía siete años o más, precarizados vía contratos de la Unesco y algunas universidades nacionales.
Pero sin dudas lo más grave y repudiable de tan malsano accionar es el congelamiento de “Conectar igualdad”, el programa de computadoras fabricadas por más de 10 empresas nacionales y del cual se distribuyeron más de 5 millones de netbooks a niños y jóvenes de todos los niveles y en todo el territorio nacional. Y al que Naciones Unidas reconoció como uno de los planes para inclusión de jóvenes más importantes del planeta.
“Conectar Igualdad” fue mucho más que una distribución de máquinas, porque también desarrolló su propio software (llamado Huayra GNU/Linux), un sistema operativo libre y nacional que funcionó como alternativa al hegemónico Windows.
Lo que primero hicieron fue despedir a medio centenar de trabajadores del programa, con lo que se dejó en el aire a un millar más en las 23 provincias, a la vez que cancelaron la entrega de más de medio millón de netbooks ya compradas a una docena de proveedores diferentes por licitación. Y todo, haciendo correr acusaciones estúpidas como que los chicos usan las netbooks para jugar o que el programa era un “instrumento ideológico K”.
No casualmente, desde que en marzo las provincias dejaron de recibir financiamiento para contratar equipos técnicos de mantenimiento, reparaciones y reposición, esas máquinas se fueron desactivando y ya no se reponen. La desazón es palpable en miles de familias, chicos y docentes, habituados ya a este instrumento educativo argentino que fue fenomenal.
Pero no sólo es maligna esa desactivación, sino lo que el gobierno, y Macri y Bullrich en particular, se traen entre manos. Que no es otra cosa que un negocio fabuloso del cual hubo indicios en el reciente Foro Económico de Davos, donde el presidente Macri se reunió con los CEO de las tres empresas tecnológicas más grandes del mundo: Sheryl Sandberg (Facebook), Eric Schmidt (Google) y Satya Nadella (Microsoft).
Este último le ofreció al presidente argentino “software gratis para estudiantes”, como informaron diferentes medios del mundo. Y es claro que no fue un acto generoso, sino basado en el interés de la gigantesca empresa de que los niños argentinos se críen pensando que Windows y el paquete Office son “la” interfaz “natural” de un ordenador. Se sabe en todo el mundo que en materia tecnológica las corporaciones “primero regalan y después cobran”, y por eso Microsoft entrega algunos productos gratis a cambio de ganar licitaciones futuras y constituirse en proveedora. De hecho el verdadero y mejor negocio de Bill Gates es la venta de licencias de software.
O sea que, muy pronto, y una vez que desaparezca “Conectar Igualdad”, todo lo que hacía ese fantástico programa, y sus servicios tecnológicos conexos, probablemente quedarán a cargo de Microsoft. No fue casual que la semana pasada, durante su visita a los EE.UU. y según La Nación del 7 de Julio, Macri participó en Idaho de la Sun Valley Conference, que preside el Sr. Gates y de la cual participaron también Larry Page (Google); Mark Zuckerberg (Facebook); el magnate periodístico Rupert Murdoch y los CEO de Disney, Roger Iger, y de Coca-Cola, Muhtar Kent. Y es rumor fuerte que la empresa Prima S.A. y la editorial Tinta Roja, ambas del Grupo Clarín, que junto con Microsoft sostienen desde 2011 el “Plan Sarmiento” del GBCA, se preparan ya para el reemplazo.
Estos tipos no parecen diferentes de algunos sujetos ultrapromocionados en los medios.
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