Jueves, 14 de julio de 2016 | Hoy
13:45 › LAS FALACIAS EN TORNO DEL GAS QUE UTILIZA EL GOBIERNO PARA ENCUBRIR LAS CONSECUENCIAS DE SU PROPIA POLíTICA
Por Raúl Dellatorre
La campaña contra quienes están “en remera y en patas”. “Falta gas porque no se puede importar”. El frío y la demanda “inusualmente alta”. Algunas falacias que, con la “herencia recibida”, conforman el discurso para sostener el súper tarifazo como “única salida”.
Aunque sin información estadística, porque el Ministerio de Energía y Minería lleva varios meses sin subir la información a su página, los expertos dudan de la afirmación oficial de que hubo un incremento tal del consumo de gas este año que puso en riesgo el abastecimiento. También rechazan que el problema surja de la imposibilidad de importar. Por otro lado, consideran “absurdo” que se tome como referencia el consumo promedio de gas en el país, comparado con otros países, para concluir que es un indicador de “derroche”. Mauricio Macri y sus ministros insisten en exponer que encontraron una “situación de desastre” que podría dejar al país, en corto plazo, sin gas si la gente no baja el consumo y deja de estar “en patas y en remera” en su casa con la calefacción prendida. Detrás de este discurso se esconden decisiones de política energética que han colocado a los usuarios residenciales como variable de ajuste, ya sea mediante tarifazo o reducción del suministro.
Si no aumentan las tarifas y sigue el actual nivel de demanda, muy pronto nos vamos a quedar sin gas, advierte el gobierno en tono apocalíptico. Las opiniones oficiales centralizan el problema en el excepcional aumento que habría tenido este año la demanda domiciliaria, motivada por las bajas temperaturas en las principales áreas urbanas. Expertos consultados por este diario coinciden en que las bajas temperaturas no es elemento suficiente, en las presentes circunstancias, para determinar que haya escasez de gas.
“No hay datos oficiales porque no los publican, pero es de suponer que la demanda de gas de las industrias está bajando por la caída en la actividad, mientras el consumo domiciliario puede haber subido un poco por las temperaturas”, explicó a este diario el ingeniero Víctor Bronstein, director del Instituto de Gas y Petróleo de la Facultad de Ingeniería de la UBA, el único que aceptó ser citado. “Pero el consumo de la industria es mucho más elástico que el domiciliario: es decir, que si cae por menor actividad, seguro es mucho más importante que el aumento de la demanda domiciliaria, que es más inelástica porque sube sólo algunos días y no lo hace en forma infinita”, agregó.
Hay un tercer bloque clave en la demanda de gas natural en la Argentina: las centrales térmicas que lo utilizan como combustible para generar electricidad. Tanto en la industria como en las usinas eléctricas, el uso del gas es reemplazable por combustible líquido (gasoil o fuel oil). Tradicionalmente, en invierno, las usinas térmicas eran obligadas (en los años anteriores) a reemplazar el gas para dejarlo disponible para el consumo domiciliario. Este año, el gobierno no informó, aunque se presume que no hubo orden de sustituir el combustible. La razón habría sido evitar el costo de subsidiar la diferencia de precio, ya que el valor del combustible líquido es mayor. Aunque el gobierno no lo explique, es evidente que al no sustituir el uso del gas en las usinas térmicas, el gobierno pretenda equilibrar el mercado induciendo la reducción de la demanda domiciliaria, ya sea mediante el encarecimiento brutal de la tarifa (intento que fue frenado por la Justicia), o con la campaña contra el “derroche” del consumo.
Otro argumento que utilizó el Gobierno en el mismo sentido fue el de presentar a la Argentina como el país “de más alta demanda de gas per cápita en el mundo”, llamando a través de ella a reducir el consumo. “Es una campaña de marketing sin sentido y absurda, porque las cifras de demanda de gas en Argentina dicen otra cosa, no que haya derroche: hay que mirar la matriz energética, y la verdad es que Argentina consume mucho más gas proporcionalmente que el resto del mundo, pero porque no consumimos carbón. Y eso es bueno, no es malo. En el mundo, los combustibles de origen fósil siguen tendiendo una participación del 87 por ciento en la matriz energética, pero el 33 por ciento corresponde a petróleo, el 30 al carbón y al gas 24 por ciento. En Argentina, el gas ocupa el 50 por ciento, pero tenemos una fuerte participación de la energía hidroeléctrica, el 30 por ciento, que es renovable, con lo cual estamos mejor que el resto del mundo, incluso de los países más desarrollados”, describió Bronstein. “Alemania o Estados Unidos tienen una proporción alta de consumo de carbón, que es una energía sucia y también fósil. Gas y carbón representan más del 50 por ciento de la matriz energética de Alemania. Argentina está en una posición ventajosa frente a ellos”, agregó.
Por último, la cuestión de la importación. ¿Debemos dejar de consumir gas porque no se puede importar? El experto consultado refiere que esa afirmación encubre otra falacia. “No se puede importar más GNL porque hay que regasificarlo y no hay instalaciones para hacerlo. Pero eso ocurrió siempre, porque Argentina no tiene plantas de regasificación. Hasta el año pasado se importaba gasoil y fuel oil para las usinas térmicas y se liberaba gas para los hogares. Es lo que el gobierno dejó de hacer”, sentenció Bronstein.
No hay peor problema que el que uno mismo sea y que, encima, luego niega o encubre.
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