Lunes, 30 de enero de 2012 | Hoy
› A MICRóFONO ABIERTO
Momentos antes del inicio de la cumbre de Bruselas, el presidente conservador de España, Mariano Rajoy, reconoció ante sus colegas de la Unión Europea que descontaba el rechazo de los sindicatos a su próxima reforma laboral.
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE), que comenzaron su primera cumbre de 2012 sobre la crisis de la eurozona, en la que aprobaron el nuevo Tratado para reforzar la disciplina fiscal y un programa para fomentar el empleo, se mostraron sorprendidos por la sinceridad del jefe del gobierno español: "La reforma laboral me va a costar una huelga", comentó Rajoy al primer ministro de Finlandia, Jirky Katainen, acerca de su plan para reformar el mercado de trabajo español, que previsiblemente aprobará a mediados del mes que viene. En otro momento, sin percatarse de que la televisión oficial ya estaba transmitiendo las imágenes previas de la cumbre, Rajoy admitió ante el primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, que "ahora se viene lo más duro... es que nos han dejado una herencia muy mala".
"Hemos hecho progresos considerables, pero todavía no estamos al final del camino" para salir de la crisis, advirtió a su turno el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, al inicio de la reunión. En la oportunidad, los líderes europeos aprobaron también la puesta en marcha a partir del 1 de julio de 2012 del fondo de rescate permanente para países endeudados, dotado con 660 mil millones de dólares, aunque Berlín mantiene su veto a aumentar el capital pese a la petición del Fondo Monetario Internacional, España, Francia e Italia.
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