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La ciencia y el futuro
Por Andrés E. Carrasco*
El nuevo gobierno del presidente Néstor Kirchner tendrá que definir una política para el área de Ciencia y Tecnología, hoy ausente como no sea para mantener una larga agonía, y por lo tanto deberá revisar el funcionamiento institucional, no sólo de la estructura y modalidades de gestión sino de los recursos presupuestarios y las modalidades de distribución que esta estrategia requiera para su ejecución.
Estas premisas y no otras determinan la elección del perfil adecuado que lleve adelante la necesaria transformación que le da la profundidad necesaria, aunque encuentre por delante las dificultades y resistencias de una comunidad muy golpeada y por lo tanto escéptica, con fuertes contenidos corporativos.
Ya en 1999 se vieron las consecuencias de la falta de voluntad política en un sector que requiere una transformación integral para revertir la fragmentación del complejo científico-tecnológico argentino que sea acompañada de la opinión de los actores para la construcción del consenso necesario, pero sin que termine abortando o condicionando la decisión política.
Este cambio, definido como un cambio de cultura en el funcionamiento de la comunidad, requiere como primer paso detectar las fuerzas que condicionan la autonomía y crear las condiciones para que la apropiación del conocimiento producido pueda aportar a la correspondiente metáfora de idea de nación.
El uso del conocimiento es en la actualidad el principal nervio de las economías más dinámicas y poderosas. La posibilidad de traducir el fruto de la investigación en uso social es a la vez un objetivo de las políticas del área de Ciencia y Tecnología, pero al mismo tiempo un validador de las mismas.
Por lo tanto, para construir un orden científico herético es necesario romper el contrato aceptado por el status quo, dando lugar a una contracomunidad científica que produzca con intransigencia cambios en la relación de fuerzas existentes. Esa transformación incluye dar cuenta del crónico estado de dependencia científico-tecnológica en la que hoy se encuentra la Argentina y que nos ha llevado a la paradoja de desarrollar un aceptable nivel de calidad científica con impactos prácticamente nulos en lo social y productivo.
Cabe, por lo tanto, esperar que en estos tiempos, si realmente son de cambio, la política argentina revise la organización y funcionalidad del conjunto institucional para evaluar su reconversión. La naturaleza virtuosa de los comportamientos en los ámbitos institucionales está asociada a los individuos que las integran, sin embargo son las dinámicas organizacionales en conjunto con el control social las que sostienen, cuidan, premian o penalizan las conductas. Por lo tanto no se puede esperar que la Providencia haga que las instituciones tomen el rumbo adecuado.
* Investigador, y ex presidente del CONICET.