Martes, 20 de agosto de 2013 | Hoy
UNIVERSIDAD › EL TRABAJO DE LA FACULTAD DE AGRONOMíA JUNTO A COMUNIDADES WICHí
En Salta, docentes y alumnos de Agronomía (UBA) desarrollan junto con pueblos originarios un sistema de monitoreo para detectar la deforestación en tiempo real. “Queremos contribuir a que las cosas ocurran de una manera menos injusta”, dijo el profesor José Paruelo.
Docentes, investigadores y estudiantes de la Facultad de Agronomía (UBA) trabajan junto a comunidades wichí de la provincia de Salta con el objetivo de frenar los desmontes ilegales en la zona. El trabajo comenzó con visitas a las comunidades afectadas y actualmente se está trabajando en la instalación de un sistema de monitoreo para detectar la deforestación en tiempo real. Los especialistas estiman que para fin de año ese sistema podrá ser gestionado por los propios miembros de las comunidades, con el uso de imágenes satelitales. “En la facultad se han desa-rrollado tecnologías y metodologías para mapear los cambios en el uso del suelo. Con esa tecnología se puede seguir el derrotero que tiene un lote en el campo, y no enterarnos tres años después de que se produjo el desmonte”, explicó a Página/12 José Paruelo, director de la carrera de Ciencias Ambientales, desde donde surgió la iniciativa. Las comunidades afectadas denuncian que las autoridades no hacen nada para frenar el desmonte.
“Nos importa entender cómo está ocurriendo este proceso, qué pasa con la dinámica del agua y con la biodiversidad vegetal, pero también qué sucede con las comunidades desde el punto de vista social y qué consecuencias genera en las poblaciones. Queremos contribuir a que las cosas ocurran de una manera menos injusta”, dijo Paruelo.
El trabajo comenzó en el este de Salta luego de la sanción de la Ley de Bosques, en 2008. Ese año la Corte Suprema de Justicia prohibió los desmontes en cuatro departamentos salteños (San Martín, Orán, Rivadavia y Santa Victoria) debido a una presentación de los pobladores, ya que allí se estaban registrando las tasas de desmontes más altas de la historia argentina. Según datos oficiales, a fines de los ’70 Salta ya había perdido el 25 por ciento de sus bosques nativos, producto de la expansión de la frontera agrícola, lo que afectó a pueblos originarios y criollos. La región del Chaco semiárido, que involucra, además del este de Salta, a las provincias del Chaco y Santiago del Estero, concentra el 90 por ciento de la deforestación total del país, y es una de las zonas más afectadas de toda Latinoamérica.
Aunque la ley fue sancionada, los desmontes siguieron. En ese contexto, un equipo de investigadores de la Facultad de Agronomía (Fauba) comenzó a trabajar junto a otras entidades para implementar un sistema de monitoreo que detecte la deforestación en tiempo real y que pueda ser gestionado por las propias comunidades afectadas. El trabajo incluyó la participación de estudiantes de grado y posgrado, de Ciencias Ambientales y también de la carrera de Agronomía y de otras facultades de la UBA. También formaron parte del proyecto la ONG Asociana y la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf). Se accedió a financiamiento mediante proyectos de extensión Ubanex, del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (Foncyt) y del Conicet.
“En buena parte del norte argentino se está produciendo desde hace diez años una muy fuerte expansión de la agricultura y de la ganadería –afirmó Paruelo–. Para eso es necesario desmontar el bosque original y en ese desmonte aparecen una serie de consecuencias. Los pueblos originarios y criollos son corridos y eso genera desarraigo y migración a periferias urbanas. Si no se van, quedan en una pequeña isla de monte y eso genera consecuencias serias en cuanto a las posibilidades de supervivencia, porque los recursos que utilizaban ya no están más, por el contexto socioeconómico que implica la expansión de las actividades agrícolas, entre ellas la expansión de la soja.”
Félix Jonathan es miembro de la comunidad wichí de General Ballivián, en el departamento salteño de San Martín: “Nosotros vivimos del monte. En el monte vamos a campear, a hacer la recolección de alimentos. Para nosotros el monte todavía existe porque ésa es nuestra cultura. No vamos a hacer desaparecer las cosas que siempre han sido nuestras. Pero nadie, ni la policía ni gendarmería, se quiere ocupar de lo que aquí sucede. Nadie interviene y, si lo hacemos nosotros, quedamos como los malos. Acá no se está respetando nada. Todos saben que el desmonte está prohibido”, dijo en una entrevista con la Redaf. “No es que nosotros queremos olvidarnos de lo que somos, sino que nos destruyen lo que nos pertenece. Queremos mantener nuestra cultura y nuestras costumbres y nos hacen quedar como los malos.”
Paruelo concluyó: “Desde la facultad estamos en condiciones de resaltar el problema de los desmontes, de visibilizarlo y de apoyar a estos pueblos en sus reclamos, pero no de solucionarlo. Es importante desde el punto de vista técnico, pero también es importante el contacto con las comunidades para saber cuáles son sus necesidades”.
Informe: Federico Funes.
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