UNIVERSIDAD › SE SUSPENDIO LA ELECCION DEL FUTURO RECTOR DE LA UBA
Huevos y trompadas en la asamblea
La protesta estudiantil por la “ilegitimidad” de la elección terminó en violentos incidentes. La asamblea para elegir al sucesor de Oscar Shuberoff se postergó para el martes próximo.
Por Javier Lorca
En lugar de votos y discursos hubo una lluvia de huevos y trompadas en plena aula magna del Colegio Nacional de Buenos Aires. La asamblea universitaria que debía elegir al nuevo rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) fue suspendida ayer después de una gresca protagonizada por un centenar de estudiantes de izquierda, quienes cuestionaban la legitimidad de la asamblea, y el personal de seguridad. Tras 16 años ininterrumpidos de mandato, el radical Oscar Shuberoff tendrá siete días más como rector: la asamblea fue convocada para el próximo martes, aunque esta vez sin público. Cuando los impulsores de la candidatura de Guillermo Jaim Etcheverry estaban casi festejando por anticipado un triunfo que veían cercano, ahora deberán afrontar una semana más de rosca política e intentos del radicalismo por reacomodarse y consensuar una nueva fórmula (ver aparte).
“Esto no había ocurrido jamás –dijo Shuberoff después del incidente y la suspensión–. Son actos de vandalismo, de una actitud fascista y autoritaria propia de una manga de inadaptados. No pudimos seguir sesionando porque invadieron la sala y estaba en riesgo la seguridad de los asambleístas”, explicó ante una pregunta de Página/12. “La violencia no la encarnan los estudiantes que hoy arrojaron huevos, sino quienes provocan con sus actitudes: violencia es un rector reelegido cuatro veces, durante 16 años, hundiendo la universidad, llenándola de ñoquis y fraudes”, retrucó el estudiante Agustín Vanella, quien presidirá la Federación Universitaria de Buenos Aires desde mitad de año. El actual titular de la federación, Iván Heyn, aclaró que “la FUBA no incitó a la violencia. Esto estuvo preparado por el shuberofismo. Les conviene ganar tiempo, porque estaba claro que hoy perdían”. De hecho, en las últimas horas habían crecido las posibilidades de ganar de Jaim Etcheverry, frente a las candidatas Alicia de Camilloni, secretaria académica de la universidad, y Susana Mirande, vicerrectora, aunque no lo suficiente para ganar en primera vuelta.
El escándalo se fue gestando de a poco. A las 14 había comenzado la acreditación de los 236 asambleístas con voto (decanos, profesores, graduados y alumnos). En la puerta del Buenos Aires había una valla y, detrás, un hilera de policías. Sobre la vereda de Bolívar al 200, se agrupaban los militantes estudiantiles y, de a poco, iban desplegando sus banderas, todas de izquierda: PO, MST, Venceremos, CEPA, PTS y hasta una de la asamblea popular de Parque Rivadavia. También había una bandera que identificaba a la Asociación Gremial Docente. Cerca de las 15 decidieron entrar. “Universidad, de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”, cantaban al trepar las escalinatas del Buenos Aires.
En el aula magna, los estudiantes se ubicaron atrás del vallado que separaba a los asambleístas de la tribuna. En seguida empezaron los gritos: “No les da vergüenza ser cómplices de este modelo de hambre y miseria”, gritaba un chico de remera rallada, con su dedo apuntando a los funcionarios de la UBA. Al lado suyo, otro apaleaba una cacerola. “No queremos a Etcheverry, no queremos a Shuberoff, que se vayan los ladrones, la puta que los parió.” Y también: “Ay, ay, ay, esta asamblea es un pacto pa’ afanar”. Ese era el coro de fondo, además del ya clásico barrial “que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”.
Pasadas las 15.30, los funcionarios del Rectorado empezaron a ocupar sus lugares en el estrado, en el centro del salón. Cuando apareció el rector, los insultos se multiplicaron. “Shuberoff, Shuberoff, la UBA te saluda la puta que te parió.” El primer huevo surcó el aire y se estampó en el hombro de un asambleísta trajeado. Ahí nomás estalló la lluvia de yemas y claras. Las actas sobre el estrado se pegotearon de amarillo, también las sillas y los escritorios. Shuberoff y los decanos de las facultades encararon la retirada, y se refugiaron en las oficinas del colegio. Al rato, se decidió intentar constituir la asamblea, cosa que nunca ocurrió. Eran las 16.10 cuando Shuberoff volvió a dar la cara. Se plantó en el estrado y, apenas después de recibir dos huevazos, imperturbable, sin siquiera inmutarse, con el traje gris manchado, habló: “Les pido a los asambleístas que ocupen sus lugares...”. En ese momento, los estudiantes multiplicaron los gritos, agitaron sus banderas, saltaron y, de pronto, habían tirado la valla. Hubo forcejeos con el personal de seguridad y las primeras trompadas. Dos empleados no docentes resultaron golpeados en la cabeza, con heridas leves, tras recibir puñetazos, palazos y sillazos. También sufrieron algún golpe los alumnos. “Frente a estos actos de vandalismo, suspendo la sesión”, alcanzó a vociferar Shuberoff. Los huevos seguían trazando sus parábolas y se sumaban al vuelo algún tacho de basura y una que otra silla. Un militante de la Vence se paró encima del estrado y revoleó una bandera argentina con la cara del Che.
Apaciguado el clima, una reunión informal del Consejo Superior de la UBA convocó a la asamblea para el martes 2 de abril. La nueva reunión se haría a puertas cerradas.