Martes, 28 de febrero de 2006 | Hoy
El decano Fernando Vilella se postula al rectorado de la UBA y propone gobernar con asambleas y una serie de foros de debate.
Por Javier Lorca
Con 51 años, Fernando Vilella es el más joven de los candidatos a rector de la UBA y hace de ese dato un argumento político. En esta entrevista con Página/12, el decano saliente de la Facultad de Agronomía recalca la necesidad de un recambio generacional en la gestión de la universidad. Y se plantea como alternativa ante un programa “más ligado a la actividad partidaria”, directa alusión al bloque radical. La candidatura de Vilella –que espera un fallo judicial para contar con el voto de los profesores de su facultad– se apoya en Reconstrucción Universitaria, la lista docente que en 2002 promovió el arribo de Guillermo Jaim Etcheverry al rectorado.
–¿Cómo analiza el escenario político de la UBA?
–Se están definiendo dos visiones de la universidad. Una predominante durante los ’90 y otra visión nueva, que va a requerir nuevas formas de gestión y un recambio de protagonistas y de ideas. La primera, con un enfoque más ligado a la actividad partidaria, tuvo como ventajas, después de la democratización, la reincorporación de carreras que habían sido eliminadas por la dictadura y también una defensa importante de la autonomía. Pero hoy tenemos otras necesidades, hace falta una universidad involucrada en los grandes problemas nacionales, en diálogo con la sociedad, intentando ser generadora no sólo de diagnósticos, sino también de soluciones para la Argentina, en el contexto de la sociedad del conocimiento. La gran discusión es si sólo vamos a ser productores de materia prima o si vamos a producir valor agregado. O capacitamos a nuestra gente o a nuestros nietos los vamos a ir a visitar con el pasaporte, porque no van a vivir acá. Una universidad progresista, de calidad, que genere conocimiento y forme profesionales, es una pieza fundamental para lograrlo. Esa es nuestra apuesta, el desafío para la generación que se va a hacer cargo de la universidad desde mayo.
–¿Por qué Reconstrucción Universitaria no apoya la reelección del rector y usted presenta su candidatura?
–Hace cuatro años se pensó que lo mejor era reforzar el aspecto académico y buscar prestigio social en el gobierno de la UBA. Pero, además, queríamos una gestión más ágil, que diera respuestas a una serie de cuestiones que no se atendieron. Hoy tenemos que profundizar lo que planteábamos hace cuatro años y otros actores, una nueva generación, posterior a la de quienes volvieron a la universidad en 1983, debe jugar un rol importante en transformar aquellas ideas en acciones. Y no tengo por qué ser yo, también podría ser Pablo Jacovkis (decano de Exactas).
–¿Cuáles son esas ideas y acciones?
–La universidad hoy trabaja a tientas, no tiene una estrategia. Lamentablemente, la gestión de (Oscar) Shuberoff y la actual, con el apoyo del decano de Derecho, pensaron que no era conveniente recurrir a la asamblea universitaria. No comparto esa visión. Hay que ampliar la participación a toda la comunidad universitaria. De otro modo, cualquier decisión será improvisada y no tendrá sustento. La distribución de recursos, las becas, la infraestructura, la reforma edilicia que necesita la UBA, el diseño de una política de apoyo a las profesiones ligadas a sectores promisorios del país: todos estos temas tienen que ser discutidos. También hay que debatir y definir estrategias nacionales a largo plazo. Mi idea es que la nueva gestión se apoye en una estructura de secretarías y en una serie de foros de debate, con personas de distintas visiones. Además, en la convocatoria de la asamblea para discutir estos temas y también para reformar el estatuto de la UBA.
–¿Qué habría que reformar?
–Ya presentamos un proyecto de convocatoria de asamblea para junio, para debatir el diseño del Ciclo Básico Común y para permitir que, en forma voluntaria, los profesores que cumplan 65 años puedan continuar ejerciendo dos o tres años más.
–¿Qué propone en lo académico?
–En el marco de un proyecto estratégico de universidad, habría que pensar problemas como la duración de las carreras, el ingreso, la colaboración con la escuela media. En esto, la UBA tiene mucho por hacer, por ejemplo mejorar la capacitación de los docentes. También hay que reformular la extensión y aplicar el conocimiento para resolver problemas sociales. Por ejemplo, colaborar en la reconversión de la mano de obra formando formadores, mediante convenios con sindicatos u otras organizaciones. Me gustaría trabajar en acción social con escuelas y hospitales en contextos desfavorables, para demostrar que se puede transformar la realidad, modificar el día a día. El rol de los estudiantes puede ser muy importante en todo esto.
–¿Cuál es su proyecto administrativo?
–El factor calidad es central en lo académico y también en lo administrativo. El manejo de recursos debe ser lo más transparente posible. En Agronomía, por ejemplo, el consejo directivo aprueba todo el presupuesto, incluidos los recursos propios. Toda la información está en la web: no sólo lo que se aprueba, sino también lo que se utiliza. Por otra parte, el presupuesto universitario es insuficiente. Los fondos de este año no alcanzan para funcionar. La primera tarea del nuevo rector va a ser solucionar esto en diálogo con el Ministerio de Educación. Pero estas carencias no son excusa para no hacer cosas. Además, tenemos que generar recursos por nuevos caminos, por ejemplo, con proyectos de investigación financiados a nivel internacional. O impulsando que el Estado use más y mejor a las universidades como consultoras.
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