Jueves, 25 de febrero de 2016 | Hoy
Por Camila Fabbri
“Nacimiento” es el primer cuento del libro Los Accidentes, que publicó recientemente la editorial Notanpüan. El relato pasó por varias etapas, lo escribí cuando tenía veintidós años. En su primera versión, los personajes hacían una cosa extraña, más bien de película de vampiros, que tenía que ver con ir guardando en tuppers su propia sangre. Como caricatura de género podía ser posible, pero el relato tenía una intención más concisa. Sumé algunos años de escritura para entenderlo. Francisco Cascallares, editor de Notanpüan, me ayudó a terminar de encontrar el punto justo. Quitamos para siempre los tuppers, y obtuvimos un relato posible. Tal vez, más alejado de la caricaturización. De carne y hueso.
“Nacimiento” es la apertura a un cúmulo de relatos que para mí, cuentan la catástrofe diaria –no necesariamente real, muchas veces imaginaria– de los personajes que componen este libro.
Cuando tenía quince años entendí que un accidente no era cosa lejana, portada de diario o comentario que se oye a lo lejos. Cuando tenía apenas quince se incendió un local bailable en el barrio de Once, donde solían tocar bandas de rock, y todos mis amigos de la secundaria sabíamos bien cuándo habría fecha, quiénes se presentarían y dónde podíamos adquirir las entradas. Era nuestro mundo privado. Entendí a un accidente como la tragedia instantánea e inevitable. Puede que mi imaginario siga respondiendo a esta sensación, y yo intente narrar accidentes para velarlos. Para hacerlos desaparecer, o anularlos.
“Nacimiento” es una suerte de metáfora sobre el romance afianzado, el peligro casi sanguinario de perder la individualidad, y la aparición física y orgánica de un tercero: un hijo. Pienso que cuando se estructura una pareja, por más amable que sea, también se reformula la fantasía con los padres. Porque, en definitiva, ¿qué es ser madre, además de traer una criatura al mundo?, ¿volverse el mismo ejemplar que conocemos como tal, llevar el mismo nombre, o simplemente barajar y dar de nuevo, llenar un espacio que estaba en blanco, iniciar un nuevo relato?
Aquí la apertura, el Nacimiento es tanto de la pareja afianzada, como de la descendencia, y el recambio de títulos en la familia. Todo, atravesado por un coqueteo, a veces infantil, con la idea de ser atropellado y quedar rodando, sola, en una banquina.
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