Miércoles, 26 de septiembre de 2007 | Hoy
Hace unos años escuchábamos que los choferes de colectivos trabajaban en pésimas condiciones, teniendo que dar boletos, cobrar, dar vuelto y encima hacer los cambios y conducir en el medio del tránsito. Todo esto, se nos decía, generaba una situación de stress que en alguna medida explicaba que cometieran tantas infracciones, fueran maleducados con los pasajeros y prepotentes en el tránsito. Hoy en día, con máquinas expendedoras de boleto y cajas de cambio automáticas en muchos colectivos, los choferes siguen siendo tan maleducados y prepotentes como antes, y continúan violando todas las normas de tránsito. Lo mismo ocurre con los choferes de taxis. Por lo tanto, creo que a esta altura debemos tener en claro que no se trata de seguir justificando sus excesos sino todo lo contrario. Es necesario terminar con su impunidad, casi asesina, y para ello no se trata de perseguirlos, sino, simplemente, de acabar con los privilegios: las reglas de tránsito tienen que cumplirlas todos y quien no lo haga debe ser sancionado. Y con más razón aún, quienes se supone son profesionales de la conducción y transportan pasajeros. Y es cierto que ellos están más horas en el tránsito... obvio, si trabajan de ello y se supone que están capacitados para eso. Si no, con el mismo criterio, podríamos consentir que a un médico que atiende muchos pacientes cada tanto se le muera alguno. Un absurdo.
Gustavo D. Packmann
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