Miércoles, 26 de septiembre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › DECLARO EL JUBILADO ESPAÑOL ACUSADO POR EL CASO S.W.
José Ramón González Villar, acusado de ser junto a su mujer el destinatario de las valijas voladoras, dijo ser inocente. Y señaló que en realidad él esperaba un envío de “vajilla y copas”.
Por Carlos Rodríguez
“Se parecen a las mías, pero nada tengo que ver con las valijas que tengo delante de mí.” En el juicio oral por el contrabando a Madrid de 58,900 kilos de cocaína en un vuelo de Southern Winds, el ciudadano español José Ramón González Villar negó toda vinculación con las cuatro valijas que reposan frente al estrado de los jueces y que son las que llegaron con la droga al aeropuerto de Barajas. González Villar aseguró que fue a la estación aérea a retirar otras valijas “muy parecidas”, que contenían “vajilla y copas” compradas por él y su mujer, Elena Toimil Batán, en Regalos Sanguinetti, un comercio con local de ventas en el centro porteño. Ante los jueces, el imputado sostuvo que retiró “sus” valijas con la sola presentación de su documento de identidad. Más tarde, dos miembros de la Guardia Civil española –los que encontraron las valijas que llevaban la droga y que quedaron “olvidadas” en el aeropuerto– modificaron la versión del imputado. Aseguraron que lo usual, para retirar equipaje sin pasajero, es presentar un número de código otorgado por la compañía aérea.
A pesar de la desmentida, la fiscalía sigue convencida de que el matrimonio español era el que debía retirar las valijas con la droga y que no lo hizo por temor a un operativo policial. Lo que se cree es que González Villar y su esposa le habían pedido a Walter Beltrame, ex empleado de S.W., que embarcara las cuatro valijas que habían sido llevadas al aeropuerto de Ezeiza por el remisero colombiano Juan David Aristizábal Tabares. En la causa estaría demostrado que los españoles, Beltrame, Aristizábal Tabares y los empleados de S.W. Ariel Tamburrini y Guillermo Sardi mantenían comunicaciones telefónicas reiteradas, lo que confirmaría una relación que ellos han negado.
Se tiene conocimiento de una reunión en el Village Recoleta, en Buenos Aires, en agosto de 2004, de la que habrían participado el matrimonio español, Sardi y Aristizábal Tabares, para acordar el embarque de droga. Los días 15 y 16 de septiembre de 2004, los españoles tuvieron charlas telefónicas con el colombiano. La última coincide con el horario de partida –el 16– del vuelo de S.W. con destino a Barajas. En ese momento, Aristizábal Tabares estaba en Ezeiza, tal como se pudo determinar por la ubicación de la celda de su celular.
A pesar de la evidencia en su contra, González Villar –que declaró durante tres horas ante el Tribunal Oral en lo Penal Económico 3– aseguró que nada tiene que ver con las valijas voladoras secuestradas el 17 de septiembre de 2004 en el aeropuerto de Madrid. El acusado dijo que con su mujer tenían que llevar a España doce maletas con vajilla. Cuando viajaron ellos, el 3 de septiembre, sólo despacharon ocho.
El español admitió que el 14 de septiembre Beltrame les avisó que viajaría a Madrid y que les haría llegar las otras cuatro valijas “con vajilla”. Por esa razón, no tenían el nombre del destinatario, como ocurrió con las que llevaban la droga. González Villar sostuvo que él retiró sus cuatro maletas “muy parecidas”, con “vajilla y copas” por un valor de 1200 euros. Mencionó a una agencia de viajes, Kuntur, que financiaba a S.W. y que enviaba valijas sin pasajero ni destinatario.
“Yo no puedo recordar esas llamadas”, dijo González Villar cuando se le preguntó acerca de las comunicaciones que mantuvo con el remisero colombiano. Las preguntas del fiscal Mariano Borinsky apuntaron a esos contactos y el imputado aseguró que hubo “una manipulación del informe telefónico”. González Villar dijo que quería “limpiar el apellido que ha quedado manoseado” y que había suspendido un tratamiento oncológico por la enfermedad que padece porque prefiere “perder la vida con dignidad a que se crea que estoy eludiendo a la Justicia”.
Según surge de la investigación, la droga llegó a Ezeiza en dos autos, uno de ellos el que conducía el remisero colombiano detenido. Otro chofer, Pedro Lacapra, que iba al volante del otro vehículo, un Peugeot 504, admitió que llevó las valijas, pero ni siquiera recordaba el nombre del pasajero. Los últimos testigos fueron los dos miembros de la Guardia Civil española, José Luis Fernández Queija y Leonardo Castillo. Los dos modificaron lo dicho por González Villar sobre cómo se retiraban las valijas sin destinatario. Aseguraron que era necesario tener un código otorgado por S.W., mientras que el imputado sostuvo que sólo necesitaba “el documento y un pasaje aéreo anterior” de la misma aerolínea.
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