–¿Qué es lo que usted hace en el ICES?

–Soy el director de uno de los departamentos, el de Prospecciones geofísicas.

–¿Y qué hace?

–¿En el ICES o en el instituto de Trieste?

–En ambos.

–Bueno, en el instituto de Trieste trabajo en el Instituto Nazionale de Oceanografia y Geofisica Experimentale, en el departamento de Geofísica. Y lo que se hace, en general, tiene que ver con el estudio de temas de aplicación petrolífera. También hago sismología de terremotos. Yo, precisamente, hago simulación numérica de propagación de ondas acústicas, sísmicas o geomagnéticas. También trabajo sobre desarrollos teóricos. Esto es, el instrumento, que después se aplica a distintos problemas. Por ejemplo, el secuestro o almacenamiento de anhídrido carbónico en los yacimientos petrolíferos existentes o que están vacíos.

–¿Y eso cómo se hace?

–Eso se llama recuperación secundaria de petróleo. Se inyecta el anhídrido carbónico en un pozo para empujar el petróleo hacia otro pozo.

–¿Pero la cantidad de anhídrido carbónico es significativa?

–Digamos que no. Pensemos que a la atmósfera se emiten 27 gigatoneladas de anhídrido por año. Lo máximo que puede almacenar un pozo de petróleo en 10 años son 20 megatoneladas. Se calcula que en todos los yacimientos del mundo, si esto es productivo, se puede evitar un sexto de la emisión de Co2 a la atmósfera. Los otros 5/6 se resuelven con ahorro energético, energías alternativas, forestación, etcétera.

–Y el mar.

–No, el mar absorbe naturalmente un tercio de lo que se emite. Si forzamos nosotros la captura de CO2 por el mar, podemos llegar a almacenar hasta el año 2050, 10 mil gigatoneladas. En reservorios de yacimientos se pueden almacenar 1000 gigatoneladas hasta el 2050. Y en los acuíferos superficiales, otras 10 mil gigatoneladas. Digamos que el mar puede resolver otro sexto del problema, pero hay cuatro sextos que todavía son nuestra responsabilidad. Bueno, trabajamos sobre eso. Otra cosa es la detección y cálculo de concentración de hidratos de metano, que están en el fondo del mar hasta los 500 metros de profundidad y son mucho más abundantes en el mundo que el petróleo o que los hidrocarburos. Es el 60 por ciento de la energía en combustibles fósiles mundial. El problema es la rentabilidad para extraerlo. Lo que nosotros hacemos es calcular la concentración y el volumen de esos “arrecifes” de metano. Es una fuente de energía importantísima.

–Entonces nosotros vamos hasta el mar, descendemos... ¿cuánto?

–Unos 1500 metros.

–¿Y qué nos encontramos?

–El fondo marino y los sedimentos. En la mayor parte de los océanos hay metano. Ese metano sube y, por el descenso de temperatura, queda atrapado en cristales. Ese es un proceso de milenios, de eras geológicas. Lo que hacemos nosotros sobre eso es mapear esa concentración.

–¿Ese metano no es utilizable?

–El problema es si es redituable, más que si es utilizable. El metano sólido está mucho más concentrado que el gaseoso, por lo cual es una gran cantidad de energía concentrada. El gran problema ahora es hacerlo rentable.

–¿Qué más?

–Otra de las cosas que hacemos es estudiar las ondas sísmicas que se generan cuando se taladra un pozo, y que detectamos y analizamos para guiar la perforación para que sea más efectiva.

–Me quedé sin lugar para contar lo que hace en el ICES, pero además se agotaron las pilas del grabador.

–Será la próxima.