Miércoles, 21 de marzo de 2012 | Hoy
CIENCIA › DIáLOGO CON ALICIA BRUSCO, DOCTORA EN BIOQUíMICA, INVESTIGADORA DEL CONICET
El consumo del alcohol y otras sustancias, como la marihuana, durante el embarazo puede traer malas consecuencias. Aquí, el Jinete se entera de los cambios que se producen en el sistema nervioso y las relaciones neurogliales.
Por Leonardo Moledo
–Usted es la directora del Instituto de Biología Celular y Neurociencia de la Facultad de Medicina de la UBA.
–Así es.
–Y yo soy un Jinete Hipotético.
–Sí, se ve.
–Bueno, me alegro. Cuénteme lo que hace aquí.
–A ver... Le cuento en resumidas cuentas. Toda mi vida trabajé en el sistema nervioso, básicamente en la parte morfológica. Cuando me incorporé al instituto, la parte de morfología, estudio a nivel de microscopía óptica y electrónica, fue la base de todo, y estudié las relaciones neurogliales...
–¿Neurogliales?
–Son las relaciones que establecen las neuronas con células de la glía. La glía son los tipos celulares que están en el sistema nervioso, que junto con las neuronas componen el parénquima fundamental del sistema nervioso. En general, se habla de las neuronas y las sinapsis, pero la glía tiene mucho que ver. Entonces siempre estudié esas relaciones y dentro de las neuronas estudié el sistema serotoninérgico.
–¿Qué tipo de células son las células de la glía?
–Hay de varios tipos. Yo me dedico fundamentalmente al estudio de las relaciones entre las neuronas y la astroglía (o astrocitos). Son células que preservan el medio ambiente y dan la estructura para que las neuronas puedan funcionar e interconectarse unas con otras. Los sistemas neurotransmisores tienen que estar en un equilibrio determinado. Cuando hay algo externo que lo altera, no sólo se alteran las neuronas sino que también se alteran las células de la glía respondiendo a esa injuria. Desde hace diez años, entonces, estamos estudiando con mi grupo el alcoholismo materno-fetal. Nosotros lo que hacemos es desarrollar un modelo en ratas, que ya está ampliamente estandarizado en la bibliografía, pero hay cosas que todavía falta analizar. Entonces nosotros tenemos ratitas a las que exponemos a alcohol. A las madres las mantenemos en una alcoholemia baja y vemos qué le pasa a la cría. La cría tiene alteraciones que condicen, de alguna manera, con lo que uno ve en la clínica médica que les ocurre a los hijos de madres alcohólicas. La idea es tratar de desentrañar los mecanismos por los cuales el alcohol actúa sobre las neuronas y sobre la glía produciendo esas alteraciones, para ver si uno puede revertir ese daño.
–¿Cómo actúa el alcohol sobre las neuronas?
–Por ahora lo que encontramos son alteraciones muy importantes a nivel de la morfología neuronal. La neurona tiene un cuerpo determinado que, si se altera, modifica las funciones. Hay una importante alteración del citoesqueleto. En el mundo actual, la juventud está tomando alcohol con bastante asiduidad y no se tienen en cuenta las consecuencias. Nosotros tenemos un estudio que hicimos en ratas adolescentes. Les dimos alcohol durante seis semanas y después les dejamos un período de abstinencia. Las ratas con alcohol bajo se la bancan bien, no tienen alteraciones mayores del comportamiento. Uno ve que si la deja, después de las seis semanas con alcohol, diez semanas sin, la rata puede revertir muchas de las alteraciones morfológicas que nosotros señalamos. Salvo en corteza cerebral, donde las neuronas siguen alteradas. Eso debe tener que ver con algunas alteraciones cognitivas que tiene el alcohólico que se recuperó.
–¿Y cuando la alcoholemia es alta?
–Todo se complica más, porque hay una intoxicación. Nosotros no estamos intoxicando, estamos produciendo un efecto tóxico suave. Ahora estamos trabajando en el desarrollo embrionario para ver cómo migran... A ver, antes tengo que decirle esto. Nosotros tenemos una corteza cerebral que está estratificada, en la cual las neuronas tienen que estar en determinado lugar, con determinadas conexiones con el entorno. Durante el desarrollo prenatal esa estratificación cortical se ve alterada y, del mismo modo, se ve alterada la migración neuronal. Entonces estamos estudiando esos efectos que ocurren a nivel de sistema nervioso.
–¿Y es muy grave la situación de alcoholemia de las mujeres embarazadas?
–Yo creo que no hay todavía un gran estudio epidemiológico que nos provea esos datos. Pero de todas maneras, está muy documentado. El síndrome alcohólico fetal está bien estudiado desde hace más de un siglo. Y se ve de todo: si la alcoholemia es alta se puede producir incluso un aborto, o crías con problemas cráneofaciales importantes, desarrollo del sistema nervioso central muy disminuido (con lo cual se ven niños con retraso mental, epilepsia). Hay toda una gama de alteraciones que produce el alcoholismo materno, que van desde algo que puede pasar inadvertido (como, por ejemplo, problemas de conducta) hasta, como le decía, otras alteraciones graves.
–Cuando habla de alcoholismo, ¿a qué se refiere? ¿Una mujer embarazada no puede tomar un vaso de cerveza?
–La verdad es que no es aconsejable. Yo la parte clínica no la manejo en profundidad, pero habría que tratar de que, si toma, tome lo menos posible. Y hay determinados períodos críticos del desarrollo embrionario que son cruciales para el desarrollo. En la rata la gestación dura 21 días más una semana posnatal...
–¿Por qué?
–Cuando nace todavía no tiene el sistema nervioso maduro. La primera semana de vida en la rata es equivalente al tercer trimestre de gestación de los hombres. Todo esto iba a que depende del período de la gestación el daño que produzca el alcohol.
–Es alarmante lo que me cuenta.
–Sí, lo es. Lo más alarmante sin dudas son las chicas que no se cuidan, que pueden quedar embarazadas sin saberlo, que dos o tres veces por semana toman alcohol en muy grandes cantidades. Eso es lo más complicado. Concientizar a las chicas es una tarea fundamental.
–¿Qué más quiere contarme?
–Bueno, la otra línea en la que trabajo es con el sistema canabinoide. El sistema canabinoide es aquel en el sistema nervioso central sobre el que actúan los efectos trópicos de la marihuana. Lo que estamos analizando, justamente, es qué pasa si durante el desarrollo embrionario tratamos a la madre con una sustancia sintética agonista de los receptores canabinoides que hay en el sistema nervioso central.
–O sea, una sustancia que va a ir a parar a esos receptores canabinoides.
–Exacto. Que va a ir adonde va la marihuana. Ahí vemos que durante el desarrollo embrionario los efectos no son tan drásticos como con el alcohol, pero que hay alteraciones en la migración neuronal, en la ubicación de neuronas en corteza, y eso también tendría que ver con alteraciones que se observan en hijos de madres consumidoras de marihuana. Como la marihuana, por otro lado, según algunos postulan, podría tener algunos efectos neuroprotectores, estamos desarrollando con una becaria un modelo de “stroke” (producimos una hipoxia cerebral) y analizamos si agonistas o antagonistas de canabinoides podrían tener efectos sobre la reparación.
–¿Y tienen?
–Estamos en una etapa muy preliminar, pero estamos obteniendo resultados alentadores.
–¿Tiene efectos reparadores?
–Podría tenerlos, sí. Lo cual no quiere decir que uno tenga que fumarse diez porros por día. Además hay que tener cuidado, porque yo estoy trabajando con un agonista en particular, pero hay muchas sustancias diferentes. La marihuana, de hecho, tiene un montón de sustancias y algunas de ellas muy nocivas. Ojo, entonces, que la cosa no es tan llana y transparente. Lo que tratamos de hacer nosotros, entonces, es desarrollar modelos con sustancias que pudieran tener algún efecto neuroprotector frente a alguna injuria. En una colaboración, por ejemplo, producimos una falta de oxígeno en la célula. Y vemos que administrándole a la rata un agonista de receptor canabinoide se producen efectos reparadores en la conducta motora y en la estructura de la zona lesionada.
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