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Tal vez veinte años no es nada, pero ciertamente medio siglo no es poco. Por lo menos para una ciencia joven como la física nuclear, y exactamente cincuenta años es lo que cumplió el Instituto Balseiro, de la Comisión Nacional de Energía Atómica, el lunes pasado. Como todo el mundo sabe, es uno de los centros académicos de más prestigio del país, pero quizá no todo el mundo sepa que de su sede ya egresaron más de 1300 científicos que, en muchos casos, se encuentran en la vanguardia dentro de sus disciplinas, la física y la ingeniería, que todos los profesores deben ser investigadores y que todos los estudiantes deben dedicarse al estudio con exclusividad. El examen de ingreso es muy riguroso y sólo ingresan 30 aspirantes por camada, sin que nadie proteste mucho por el “limitacionismo”. Como bien puede deducirse de su nombre, fue fundado por el físico José Balseiro durante los últimos meses del segundo gobierno de Perón, el mismo que puso al descubierto la farsa de Richter, y cuando Balseiro murió, en 1962, el instituto ya daba sus primeros pasos en un campo científico vastísimo que en verdad recién se abría. Después, hubo idas y vueltas siguiendo los avatares del país, pero el Instituto sobrevivió, y sobrevivió muy bien; de aquí que el medio siglo del Balseiro, su medio siglo de historia, deba ser celebrado por todo aquel que confíe en el conocimiento como herramienta del progreso.