EL PAíS › OPINION

¿Contra qué?

 Por Luis Bruschtein

Hace tres años la casa de Estela Carlotto en La Plata fue atacada a balazos. La respuesta de la sociedad fue una masiva movilización pacífica. Fue un acto de respaldo, no de desagravio, porque los que se agraviaron, los que confirmaron su condición de delincuentes, fueron los que realizaron el atentado.
Lo que sucedió el lunes no fue lo mismo, aunque tiene su origen en una forma primitiva y peligrosa de pensar que todo es lo mismo, más específicamente que todos aquellos que no piensan exactamente como uno son lo mismo, ya sean militares represores o luchadores sociales. Alguien que no hace lo que uno quiere, pasa a convertirse en enemigo, a veces peor que el enemigo, porque se lo considera, además, traidor.
Esta forma de pensar se basa en mecanismos simplistas, algunos de carácter mágicamente transitivo como: “Fulano, que es banquero, no está de acuerdo con esto, Mengano, que es obrero, tampoco, entonces Mengano y Fulano son lo mismo”. Un dislate así, dicho a gritos, suena a verdad irrefutable.
Que un hecho simbólicamente tan grave para la sociedad, como el que ocurrió el lunes, se asiente en argumentos tan pobres, tan irresponsables y autoritarios, resulta ilustrativo de las dificultades que sobrellevan a veces los sectores populares y el movimiento social para identificar los temas centrales que los puedan contener. En este caso, habría que aclarar que sólo fue un pequeño grupo de familiares de víctimas de Cromañón que no representa a la mayoría y que tampoco deslegitima su reclamo de justicia.
Pero esta forma de pensar resulta también peligrosa porque puede ser aprovechada para otras causas, sobre todo en situaciones electorales que no tienen nada que ver con la tragedia de Cromañón. De hecho, la agresión del lunes contra la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo fue contraproducente para los objetivos que pretendía alcanzar.
Esta zoncera podría aplicarse como un espejo contra los que el lunes agredieron a Estela Carlotto. Porque según este esquema, quedaron del mismo lado de los que hace tres años atacaron el domicilio de la dirigente de derechos humanos. Pero nadie puede pensar de buena fe que familiares de víctimas de Cromañón sean lo mismo, que los represores. No solamente no son lo mismo, sino que además expresan contenidos opuestos. Sería estúpido hacer esa afirmación. Igual de estúpido que el argumento que sostuvo las agresiones del lunes en el Cervantes.
Estela Carlotto y la lucha de las Abuelas están por encima de esa insensatez justamente porque nunca actuaron ni pensaron así.

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