CIENCIA › UNA EXPOSICION ARTISTICA DIFERENTE RECORRE EL PENSAMIENTO DEL GRAN FISICO
Si Einstein los viera
El viernes se inaugura, en el San Martín, una muestra en la que, usando la imaginación, se rinde homenaje a quien la utilizó para expandir las fronteras del conocimiento.
Por Federico Kukso
Aunque aún la época de balances anuales no cayó estrepitosamente causando sus acostumbrados estragos psíquicos y depresiones masivas, del capítulo reservado al año 2005 se puede ir adelantando algo: además de fecha de la explosión visible de la gripe aviaria en animales –nombre premonitario de una crisis sanitaria y económico-político mundial que se avecina–, a esta altura se puede decir que 2005 fue el año en el que Albert Einstein estuvo hasta en la sopa. Charlas semanales que recordaron su figura (desde su paso por la Argentina a sus aficiones musicales), libros resucitados por editores oportunos y biografías que inundaron librerías, conferencias a veces repetidas en donde, como si se tratase de una sesión espiritista, los disertantes invocaron su nombre y ahora, para cerrar con un broche el año-homenaje en el que se celebró el centenario de la publicación de sus papers más importantes, una exposición que despertará en el visitante, además de una sonrisa, una mueca de sorpresa y entusiasmo.
Si bien no tiene un fin último –más allá de rendir homenaje al gran físico dando a conocer de otra manera las columnas que sostuvieron su pensamiento–, respuestas emotivas como ésas busca la muestra titulada “Einstein, a hombros de gigantes”, basada en una idea de Leonardo Moledo y concretada por la imaginación y la creatividad de los artistas plásticos Diego Alterleib y Juan Manuel Del Mármol. Las obligaciones protocolares indican que esta exposición –abierta a todo el público del 18 de noviembre al 4 de diciembre en el Teatro General San Martín, Av. Corrientes 1530– fue organizada por la SeCyT, a través del Programa Argentino-Brasileño de Ciencia y Tecnología para la Inclusión Social, junto al Planetario Galileo Galilei de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
Pero más allá de esas formalidades, lo importante y llamativo también es que se trata de una exposición distinta. Apartándose de la poco original propuesta de colgar en paredes fotos conocidas hasta el hartazgo que muestran al científico en actitudes científicas y también mundanas (sacándole la lengua a un paparazzi al salir de la Universidad de Princenton; con un violín al hombro; andando en bicicleta), los más de 50 cuadros, videos y material interactivo, producido por el Ministerio de Ciencia y Tecnología brasileño, comprenden la inclusión –sorpresiva y anacrónica– de Einstein en cuadros de Miguel Angel (como una reformulación de “La Creación del Hombre” que cuelga del techo del hall), Duchamp, Mondrian, Renoir, Velázquez, o el curioso “Nacimiento de Newton”, pintado en conjunto y a través de las épocas por Sandro Bortticelli y Diego Alterleib. Más cuadros que reflejan diversos aspectos de su vida y pensamiento, siempre un poco en broma y un poco en serio, siempre conjugando la excelencia en el arte que merece el gran físico, a partir de una técnica mixta que combina el acrílico, el óleo, tinta china y proceso digital.
La cuestión es recrear –con el impulso de la imaginación que caracterizó a Einstein al meterse con los conceptos newtonianos– y reformular aquellas obras-estampas de una época generando en el espectador una sensación de sorpresa disruptiva al estilo de esos dibujos en los que el objetivo es encontrar las minúsculas diferencias.
Es cierto: es otro lenguaje (el de las artes plásticas, apoyado por textos y la explicación de estudiantes de física de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA que sacarán las dudas a los visitantes de la muestra), pero no tan ajeno. Al fin y al cabo, el arte y la ciencia se emparientan en el impulso creativo, en su capacidad para plasmar y sacudir cosmovisiones pensadas estáticas y en incrementar esa sensación abismal de asombro y rendición frente a la naturaleza.