EL PAíS › OPINION

Política golpista

 Por NICOLAS CASULLO*

Creo que todo el caso Cromañón estuvo violentado por las partes intervinientes desde un principio y su final fue una fiel exposición de esas tensiones que desvirtuaron los reales datos de esta tragedia e impidieron pensarla en adecuación a una real vida comunitaria. Violencia en una Legislatura que politizó de uno y otro lado inmediatamente el hecho, contra un mandato sumamente debilitado. Violencia de los medios que buscaron desde el primer día lo más brutal, extremo, lacrimógeno y oportunista de las imágenes y testimonios en una poco envidiable carrera antieducativa y de alta irresponsabilidad. Violencia progresiva de muchos deudos que en ocasiones se transformó en una ordalía fascistoide. Pero a la vez esta implacable distorsión es absolutamente representativa de nuestra actualidad social, cultural y política. Todo va siendo violencia retenida, pendenciera, rencorosa, bravucona, resentida, patologizada, más allá de los disfraces que adquiera. Cromañón nos estaría diciendo: si mañana hay un choque de trenes donde, por diversas irresponsabilidades, mueren desgraciadamente 500 personas debe pasar a juicio político el presidente de la nación. Aunque parezca absurdo existe mucho de esta “política” golpista en esta trama nacional que cumplió un nuevo acto en sus secuencias. Hay algo que cada vez soporta menos el argentino, y Cromañón expuso: a sí mismo.

* Ensayista.

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