Miércoles, 11 de octubre de 2006 | Hoy
CIENCIA › DIALOGO CON RICARDO CARELLI
En la Universidad Nacional de San Juan, un grupo de investigadores del Instituto de Automática se ocupa de desarrollar la robótica, pilar tecnológico de la mayoría de las empresas modernas.
Por Leonardo Moledo
Con perseverancia y tenacidad, los investigadores post Revolución Industrial se ocuparon de crear, recrear y desarrollar pequeñas o grandes máquinas capaces de realizar (o simplificar) trabajos antes atribuidos invariablemente al hombre: de la mano de las nuevas tecnologías, se suponía, los trabajadores, librados de sus obligaciones más insufribles, multiplicarían notablemente sus momentos de ocio creativo. El resultado, en un principio, fue bastante distinto al esperado: en Tiempos modernos, de Charles Chaplin, se dibuja al trabajador de esas épocas como un individuo más automatizado (y consecuentemente menos creativo) que cualquier máquina.
El asunto era complejo, porque esas máquinas generaban nuevas máquinas humanas (que sólo lograban vencer el miedo primigenio a ser reemplazados en sus empleos, adaptándose a los nuevos mecanismos con tareas cada vez más reiterativas y rutinarias). Pero el desarrollo siguió, la innovadora y aburrida cinta de montaje fue evolucionando y, poco a poco, se fueron creando verdaderos reemplazantes del hombre: robots autónomos.
En realidad, lejos de la idea de que la robótica les quita puestos a los hombres, el ingeniero Ricardo Carelli, director del Instituto de Automática de la Universidad Nacional de San Juan, opina que el desarrollo desde el ámbito académico ayuda a que las empresas mejoren y permite “generar puestos de empleo y orientar las labores humanas hacia tareas que no son repetitivas ni peligrosas”.
–No le pregunto qué es lo que hace porque después de lo que puse ahí arriba decir que trabaja en robótica sería redundante.
–Efectivamente. Mejor pregúnteme cuántos somos.
–Buena idea: ¿cuántos son?
–Unos 4 investigadores formados junto a un grupo de 10 o 12 becarios que desarrollamos diferentes líneas de investigación sobre este mismo tema.
–¿De qué hablamos cuando hablamos de robótica?
–De sistemas que tienen capacidad de desarrollar tareas con una mínima intervención humana. Aunque uno la asocia en general a los brazos manipuladores, la robótica, en realidad, es mucho más amplia que eso; por ejemplo, ya hay vehículos-robots terrestres y aéreos capaces de funcionar con autonomía o telecomandados. La evolución en esta área es, sin lugar a dudas, muy notable. El mayor crecimiento actual se da en los sectores productivos y de los servicios.
–Existió siempre un miedo muy grande a que los robots suplanten a los humanos.
–En realidad, la robótica no debe pensarse como un desarrollo que quita lugares de trabajo sino como un generador de puestos que permite a las empresas ser competitivas y por lo tanto orientar la actividad humana a tareas que no son esencialmente repetitivas o peligrosas.
–O sea que ya se superaron los Tiempos modernos de Chaplin.
–Digamos que sí. Son actividades que permiten, o requieren, una capacitación mayor de las personas.
–De todas maneras la transición es difícil.
–Evidentemente, pero nuestro país no puede permanecer ajeno o marginal al progreso mundial porque si no queda condenado al retraso tecnológico.
–¿Un cajero automático es un robot?
–En un sentido muy amplio sí, porque sustituye a la persona que hace de cajero humano en el banco. Sin embargo, en nuestro área hablamos de vehículos autónomos: un avión, un helicóptero, un submarino o un auto, siempre y cuando puedan evolucionar y desarrollar una tarea con una mínima intervención humana.
–¿Trabajan con prototipos o algo por el estilo?
–Se pueden construir prototipos, depende... en realidad, hay empresas que están muy tecnificadas y disponen de la tecnología para construir sistemas de precisión altísima; si uno quiere desarrollar una aplicación determinada, lo que tiene que hacer es adquirirlo y adaptarlo.
–¿Y qué es específicamente lo que ustedes hacen?
–En realidad nuestro grupo evoluciona a la par de la robótica. En principio, hace unos 20 años se desarrollaban algunos pequeños prototipos mecánicos de brazos manipuladores. Luego, el grupo se especializó en control de sistemas, a través de sensores externos que adquieren información del medio donde evolucionan: la visión, el sistema láser de medida de distancia, sistemas de ultrasonido. Lo que permiten es conocer el entorno y, por lo tanto, desarrollar una tarea autónoma. Actualmente estamos pensando en aplicaciones particulares para nuestro país y en nuestra región.
–¿Por ejemplo?
–Estamos comenzando a trabajar y tenemos proyectos para financiar desarrollos de aplicaciones de robótica en agricultura.
–¿Robots que siembren?
–Se puede hablar de un robot que siembre, efectivamente, pero también se puede hablar de un robot que navegue autónomamente en nuestros sistemas de cultivo intensivo –como son las vides, los olivos o los frutales– para ir adquiriendo información sobre el estado del cultivo y para tomar las medidas adecuadas tanto para el mantenimiento del óptimo estado sanitario del cultivo como para las acciones de riego automático.
–En realidad su cargo de director del Instituto le correspondería a un robot.
–No estoy tan seguro... ningún robot aceptaría. Hay cosas en las cuales el humano es insustituible: la dirección de un grupo de investigación es una de ellas, si se quiere que funcione adecuadamente y que pueda desarrollar estrategias a futuro o dirigir al grupo de becarios que son los que aportan a la actividad diaria y colaboran fuertemente en el desarrollo de los proyectos de investigación.
–Una especie de mano de obra a granel que algún día formará la nueva generación de científicos (si no lo hacen antes los robots).
–Yo no diría mano de obra a granel; en realidad se da una conjunción en la que el estudiante requiere de su director para ser guiado, y después lo sustituye efectivamente con un sistema dinámico. Sin embargo, muchos de esos becarios no quedan (ni tienen por qué quedar) en el ámbito académico. Tenemos la expectativa de que sean incorporados a empresas de tecnología de punta en el país; queremos que los becarios tengan una salida no sólo en el medio puramente académico, sino también en el medio productivo, para realmente poder hablar de un medio productivo que está desarrollando tecnología.
–¿Tienen relaciones con grupos de investigación extranjeros?
–Sí, muchas, y creo que eso es sumamente importante. Nosotros tenemos proyectos de cooperación con múltiples países del extranjero. De hecho, yo acabo de llegar de un viaje por España y Portugal y no precisamente de placer. El diálogo nos permite confrontar nuestros desarrollos con otros grupos de punta a nivel internacional y también genera espacios para que nuestros becarios, que se están formando, puedan hacer estancias en el extranjero, para ampliar su visión y ver otras formas de encarar los problemas.
–¿Quiere agregar algo?
–Aunque en el medio académico siempre tenemos necesidades o situaciones que generan preocupación, estamos consiguiendo apoyo a nivel nacional a través de las líneas de financiamiento de la Secretaría de Ciencia y Tecnología. Además, logramos la asignación de becas que están siendo apoyadas por el Conicet. Pero... hay algunos aspectos que nos limitan bastante en el desarrollo.
–¿Qué cosas?
–Sobre todo, la infraestructura edilicia.
–Pero la solución no es tan difícil. Tienen que construir robots albañiles que les hagan el edificio.
–Créame, eso sí es difícil.
–¿Le gusta la ciencia-ficción?
–Sí.
–¿Las novelas de robots de Asimov?
–También.
–¿Y conoce las tres leyes de la robótica?
–Sí, por supuesto. Han sido tres principios que han sido siempre tenidos en cuenta, pero siguen respondiendo a un escenario que aún hoy es futurista.
–No habiendo un robot que nos traiga café, ¿me puedo tomar el suyo?
–Por supuesto.
Informe: Nicolás Olszevicki.
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