Miércoles, 11 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › LAS POTENCIAS ESTUDIAN SANCIONES POR EL ENSAYO NUCLEAR, QUE MOLESTO A PEKIN
La idea de sancionar a Pyongyang gana consenso en las Naciones Unidas, aunque la posición de China y Rusia al respecto no es clara. En Japón se habla de una segunda explosión, que no pudo ser confirmada. Tokio, Seúl y Washington son los más duros.
Por David Osborne *
Las más importantes potencias mundiales se reunieron ayer en una sesión de emergencia en las Naciones Unidas, para forjar un acuerdo sobre las medidas para castigar a Corea del Norte por su prueba nuclear del lunes. Los castigos iban desde sanciones a las importaciones de whisky hasta inspecciones a todos los buques de carga que entren y salgan de sus aguas.
Pero con el régimen de Pyongyang mostrando una actitud desafiante, resultaba difícil decir si nuevas medidas para aislar al país del resto del mundo harían mucho bien. Nada puede revertir los hechos del lunes, cuando Corea del Norte llevó a cabo su prueba nuclear, que escandalizó al mundo. En la noche de ayer, la televisión japonesa informó de un segundo ensayo nuclear norcoreano, que fue desmentido por Seúl y Estados Unidos.
La televisión pública japonesa NHK anunció ayer que Japón detectó un temblor en el país comunista vecino, que podría corresponder a un segundo ensayo nuclear. Fuentes oficiales japonesas no lo confirmaron, como tampoco lo hicieron fuentes surcoreanas y estadounidenses. “No hemos recibido ninguna información acerca de actividad sísmica reciente”, dijo un portavoz del gobierno de Seúl, que sin embargo seguía buscando información de lo sucedido. En tanto, un analista de inteligencia norteamericano admitió ayer que Corea del Norte detonó el lunes un artefacto nuclear, aunque siguen sin conocer por qué “la explosión fue más débil de lo previsto”. El gobierno estadounidense no había confirmado hasta ahora el ensayo nuclear norcoreano.
Hasta el proceso de establecer las sanciones a Corea del Norte resulta difícil. Las posiciones de China y de Rusia permanecen opacas en las reuniones de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad en Nueva York. Ambos países pueden obstaculizar las rígidas propuestas sugeridas por Estados Unidos y Japón. Cualquier cosa que surja de las reuniones de la ONU tendrá dos objetivos principales: presionar a Corea del Norte para que vuelva a las conversaciones de las seis partes que ha estado boicoteando durante 13 meses para poner fin a su programa de armas nucleares y evitar que ni siquiera considere aumentar su recientemente encontrada tecnología.
Mientras tanto, Pyongyang está lejos de sentir remordimiento. Más bien el régimen envió su propia amenaza a Estados Unidos, advirtiéndole que le conviene terminar la crisis y desistir de cualquier acción provocativa. De lo contrario, Washington debería esperar la peor de todas las represalias: el disparo de un misil nuclear. “Esperamos que la situación se resuelva antes de que suceda un infortunado incidente de parte nuestra disparando un misil nuclear –dijo un funcionario norcoreano no identificado–. Eso depende de como actúe Estados Unidos”. El funcionario dijo que la prueba nuclear era “una expresión de nuestra intención de enfrentar a Estados Unidos a través de la mesa de negociaciones”.
Aunque las palabras eran escalofriantes, se dudaba de que Corea del Norte hubiera desarrollado un artefacto estable y suficientemente chico para montarlo en la punta de un misil. Los funcionarios británicos expresaron su confianza en que, este fin de semana, un paquete de medidas surgiría de la ONU. Beijing siguió desplegando su inusual enojo hacia su vecino. “La prueba nuclear sin duda ejercerá un impacto negativo sobre nuestras relaciones”, dijo un vocero del Ministerio del Exterior, Liu Jianchao, añadiendo que fue hecho “flagrantemente, sin tener en cuenta la oposición compartida de la comunidad internacional”. El enviado de China a la ONU, Wang Guangya, repitió que las sanciones debían ser “prudentes”. En respuesta a las preguntas de un reportero, dijo: “Creo que debe haber alguna acción punitiva, pero también creo que esas acciones deben ser apropiadas”.
John Bolton, el embajador estadounidense en la ONU, desestimó la retórica norcoreana desde la detonación. “Esta es la forma en que Corea del Norte negocia, con amenazas e intimidaciones –apuntó–. Funcionó para ellos antes. No funcionará para ellos ahora”. La crisis en Asia se suma a los problema políticos del presidente George Bush justo cuatro semanas antes de las elecciones legislativas. Los demócratas no perdieron tiempo en atacar su política exterior, sosteniendo que la guerra en Irak significó que se le prestó insuficiente atención a Corea del Norte, que nunca hizo nada para ocultar que se dirigía a la prueba del lunes.
Bolton dijo que la Casa Blanca mantendría siempre la opción de una intervención militar en la mesa para Corea del Norte. Sin embargo, la mayoría de los expertos no ven un ataque contra Corea del Norte como una opción viable. En Tokio, el recientemente instalado primer ministro, Shinzo Abe, les dijo a los miembros del Parlamento que Japón no tenía intención de abandonar su compromiso de permanecer como una nación sin armas nucleares.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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