Te recuerdo porque no te encuentro en los recordatorios. Y porque tu último abrazo para decirme que había llegado el final me duró para toda la vida. Y yo era chica y venía del campo. Y estaba acostumbrada a que pobreza y dolor eran sinónimos. Y vos me pediste una garrafa para acompañar la pelea de los pobres. Sigo en ella. Sin la garrafa. Con la fuerza de tu abrazo, Daniel Linares, y sin encontrarte en los recordatorios. Igual que a mi otra amiga, Olga Menotti. Te fueron a buscar y te dinamitaron con tu compañera, en una vía de tren. Y dijeron que “habían muerto en enfrentamiento”. No debo ser la única a quien tu cariño y tu compromiso le marcaron la vida. Quizá tu hijita, criada por tus padres, también te recuerde con ese cariño. No sé si tendrá ese último abrazo. No sé si tendrá el calor de tu compromiso.