El tema de las papeleras, que ocupa un porcentaje importante del volumen cotidiano de noticias que “invaden” a la población, contiene una cantidad de omisiones que difícilmente sean casuales. ¿Cómo es posible que unas empresas pongan en jaque la relación de dos países y generen un principio de odio entre sus habitantes? Si bien es cierto que las multinacionales “influyen” considerablemente en las políticas de gobierno a ambos lados del Río de la Plata... ¿Hace falta que sea tan alevoso? Digo..., podrían disimularlo un poco, ¿no?

¿A alguien se le ocurre que un comercio cualquiera de barrio genere un conflicto diplomático entre países? Imaginen los titulares: “El canciller español en Buenos Aires se reúne esta tarde con el presidente Kirchner para tratar el tema de la medianera entre ‘Almacén Don Manolo’ y su vecina Susanita”. Suena inverosímil y debería sonar igual al leer que Kirchner y Tabaré Vázquez se pelean por las papeleras y los vecinos que cortan las calles.

A Don Botnia y a Doña Ence les preguntaría por qué eligen pagar más caro el flete hasta el norte en lugar de instalar las papeleras allí mismo. ¿Será que no pueden? Estaría bueno intentar ensayar algunas respuestas, pero prefiero que lo intente hacer el lector. Difícilmente sea porque les guste la murga, el candombe y los chivitos uruguayos.