Miércoles, 16 de agosto de 2006 | Hoy
Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO Ya está, ya lo decidí hoy es el día, que llamen al fotógrafo, ya estoy listo y de buen humor y me siento bien y que me traigan un ejemplar del suplemento y mi conjunto Adidas y en una voy a salir sosteniendo el periódico y en otra con el mentón apoyado en un puño y en otras dos hablando por teléfono y listo y qué sorpresa se van a llevar por allá y por más allá también...
DOS Una imagen dice más que mil palabras, pero tratándose de las fotos de alguien acostumbrado a pronunciar discursos de cientos de miles de palabras, la verdad que esta, en apariencia, no dice gran cosa. Digo “en apariencia” porque –al aplicar mis poderes de Sherlock Holmes, los mismos que apliqué en su momento a la peliculita esa del asesinato de JFK o a aquella otra donde se ve el cochecito de bebé, pero no a Suri Cruise– esta foto acaba “diciendo” muchas cosas, casi confesándolas. Veamos, miremos: en todas las fotos, el sujeto C. aparece vistiendo un conjunto gimnástico con los colores blanco, rojo y azul de la bandera de su país. En dos fotos, C. aparece con el auricular de un teléfono en la mano. En otra se ve a C. casi sonriendo, el mentón apoyado en un puño. La cuarta foto es la más interesante de todas –la que más “dice”– porque en ella C. sostiene un ejemplar del suplemento especial del diario que responde al nombre de Granma del sábado pasado conmemorando sus ocho décadas de vida. Pero, atención: lo que en realidad tiene en sus dos manos C. no es un ejemplar del suplemento. Es tan solo una prueba, impresa a una sola tinta. La grapa que se observa claramente y sin posibilidad de equívoco en la esquina superior izquierda lo delata. Esto indicaría que las fotos no se tomaron el sábado, ya que cabe pensar que, desde la madrugada de ese día, se podría contar con el suplemento impreso y no hubiese hecho falta sacar una copia de impresión. Así, mi diagnóstico es que las imágenes se hicieron el viernes o antes. Seguiré investigando el tema, pero ahora los dejo porque mi mamá me llamó para tomar la leche y después tengo que hacer los deberes para el colegio y resolver unas fracciones y alguien me puede explicar para qué cuernos me van a servir a mí las fracciones si lo que yo quiero ser cuando sea grande es, elemental, mi querido...
TRES Meses atrás, en Ciudad de México, fui a ver una exposición sobre esa famosa e icónica foto del Che Guevara que le había tomado un fotógrafo llamado Korda. La exposición trataba del modo en que esa foto –como un virus gráfico– se las había arreglado a invadirlo absolutamente todo, fagocitando otras fotos, ascendiendo primero al inevitable y fácil símil jesucrístico para, enseguida, ser “homenajeada” por Madonna, por los Simpsons, por absolutamente todo y todos. Recuerdo que salí de la muestra mareado y volví a mi habitación de hotel y me fui a mojar la cara al baño y me vi en el espejo y entonces pegué un grito porque... porque... hasta esa mañana yo nunca había tenido barba. Casi medio año más tarde sigo gritando, pero el problema es que ahora me parezco más a Castro hablando por teléfono.
CUATRO Ayer me pasó algo muy pero muy raro. Sonó el teléfono a eso de las tres de la mañana. Y ya sabés el miedo que da un teléfono sonando a las tres de la mañana, sobre todo cuando estás lejos de tu país y la diferencia horaria y, de golpe, se te vienen encima los años y los kilómetros. Así que me desperté como si me hubieran dado una patada en la cabeza y, medio atontado pero del todo despierto, fui hasta el teléfono y levanté el tubo y escuché esa voz que no era de nadie conocido pero que sin embargo había escuchado tantas veces. “¿Hugo?”, preguntó la voz. Y yo le dije que sí, porque yo me llamo Hugo, pero estaba claro que yo no era el Hugo que esa voz pensaba. Aún así, la voz no escuchó mis explicaciones y seguía hablando y me dijo que tenían que tomarle unas fotos hablando por teléfono y que entonces que me llamaba a mí para que “tuvieran autenticidad”. Y yo le decía que no era ese Hugo, pero la voz seguía y seguía y me fui a dormir y, cuando me levanté al día siguiente, levanté el auricular y seguía hablando y me decía no sé qué de Eliancito...
CINCO Hoy me trajeron el periódico para que vea las fotos. Me dejaron un ejemplar del periódico sin hacer ningún comentario. Yo acababa de sacarme la cabeza de Mickey y me estaba por poner la de Donald. Porque ahora trabajo dos turnos. Me dijeron que si me porto bien y si no me bronceo de más, cuando sea un poco mayor me van a dejar ser Peter Pan. Y a mí me parece tan raro que yo tenga que crecer para poder hacer de alguien que no crece. Aunque más raro es esto de tener guardaespaldas y, al mismo tiempo, trabajar... Así es el capitalismo, me dicen. Y me advierten que no me queje porque peor la está pasando mi doble en La Habana, el chico que se hace pasar por mí pero que en realidad tiene cuarenta años y que es un espía de la CIA. Ya lo dije: todo es muy raro. ¿Que si extraño? No sé, me acuerdo de poco. A veces sueño que estoy otra vez en el mar, navegando sobre las olas, lejos de toda tierra, y me pregunto si no sería mejor seguir ahí, flotando, en ninguna parte.
SEIS Esta contratapa tiene exactamente 999 palabras. Una palabra menos que una imagen, pero exactamente la misma cantidad de palabras que dice esta foto. Falta una para llegar a las 1000 palabras. A ver quién la dice primero.
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