CULTURA
Un archivo digital para que el cine pueda tener un museo del siglo XXI
Miles de fotos, afiches y piezas históricas están en proceso de digitalización, lo que facilita su conservación y agiliza el acceso.
Por Mariano Blejman
Los especialistas dicen que, por más abultado que sea, un archivo desorganizado es como si no existiera. Es decir: aquello que no se sabe dónde está guardado, en la práctica, no está. Y, sobre todo, cuando un archivo –como el del Museo del Cine, dirigido por David Blaustein– tiene 120.000 registros gráficos, 4000 fotos de cine argentino, 6000 afiches grandes, 500 piezas de vestuario y 22.000 títulos de películas en 35 mm, se complejiza más la tarea. Con el objetivo de agilizar interminables búsquedas manuales y para conservar el valioso material que cuida la catedral audiovisual (Defensa 1220), las piezas que allí se guardan comenzaron a ser digitalizadas y cargadas en una gran base de datos que estará disponible a partir del 15 de diciembre en la web de la Ciudad (www.museos.buenosaires.gov.ar, opción “Museo del Cine”).
Un archivo de estas características –con información tan disímil en cuanto a formatos– es una caja de Pandora cuando pasa por el tamiz de una novedosa base de datos: pueden convivir digitalmente historias olvidadas por el cine nacional, con afiches de, por ejemplo, Crónicas de un niño solo, de Leonardo Favio, hasta una imagen del sombrerito de Camila o el vestido que usó Amelia Mirel en el cine mudo. Una de las encargadas del contenido que se digitaliza es María del Carmen Vieites: “Creemos que será una herramienta útil desde el punto de vista bibliográfico, sobre todo. Pero queremos que esté más avanzado”, dice consultada por Página/12. Se refiere, por ejemplo, a las críticas que escribía Domingo Di Núbila para la revista Variety, o una autobiografía de Enrique Muiño, escrita de puño y letra.
“Hace un año armamos la primera etapa del proyecto. Definimos el esquema, catalogamos la información y dimos las pautas de cómo cargar el contenido”, cuenta Alfredo Moreno, coordinador tecnológico. En un tedioso año de carga sistemática (que comenzó en septiembre de 2002), se digitalizó el 25 por ciento de los registros gráficos (recortes, artículos, revistas de los años ‘40, ‘50 y ‘60, además de comentarios críticos de distintas épocas). De las fotos de cine argentino se cargó recién un 15 por ciento, de los afiches un 8 por ciento y de los films el 4 por ciento, pero sólo con pequeños “demos” de las películas. Para la primera etapa se gastaron 160 mil pesos, mientras que se realizará una compra de equipamiento de 80 mil dólares de un préstamo que le entregó el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, dentro del programa de Inversión y Modernización. Con eso se comprarán computadoras, equipos de intranet, estaciones de consulta, scanners para digitalizar la información, cámaras de video y equipos de fotografía digital.
“La idea –cuenta Moreno– es abrir el acceso de la información a la gente, primero por Internet, después con CD ROM’s, pero además, colaborar en la preservación de la memoria del museo y lograr que el objeto original no se siga manipulando. Además, queríamos hacer una gestión más ágil de las búsquedas.” Hasta ahora, los que usaban el contenido recolectado con paciencia por el museo han sido principalmente de tres tipos: investigadores de cine, críticos y estudiantes. Pero la tecnología cambia, también, el método de trabajo. “Habrá terminales de consulta, con el material digitalizado y copias de respaldo en alta resolución”, cuenta Moreno. El museo pretende seguir cargando información, mientras prepara colecciones especiales. Ya hay dos disponibles: una sobre el cineasta Enrique Muiño y otra sobre la productora Argentina Sono Films.
Pronto estarán disponibles on line los programas de mano que se entregaban en los cines de épocas antiguas, o guiones de películas “corregidas” por el Ente de Calificación. “Son documentos de censuras que hoy parecen irrisorias: diálogos con malas palabras, escenas de sexo, que fueron modificadas desde fines de los ‘60 hasta el ‘83”. También habrá fotos de rodaje de las películas que guarda el archivo, que van desde 1914 hasta Rosaura a las diez, de Mario Sofficci, La guerra gaucha, de Lucas Demare, o La historia oficial, de Luis Puenzo.
También hay disponibles fotos de rodajes hechas entre 1914 y 1950, difíciles de encontrar en otro lado. En lo audiovisual hay partes de films, como Viento norte, de Sofficci, o Amalia, de Luis Moglia Barth. Además, en la base de datos habrá algunos objetos de colección que van desde aparatos precinematográficos (como una linterna mágica), la cámara Lumière de la primera serie, hasta alguna de los años ‘70 como una Superpardo, además de proyectores clásicos. A este ritmo, la caja de Pandora seguirá creciendo hasta adoptar una dimensión inconmensurable.