EL PAíS › JUAN JOSE ALVAREZ DEJARA EL MINISTERIO DE SEGURIDAD
Con un empujoncito de la Rosada
El funcionario decidió jurar como diputado y permanecer en el cargo provincial hasta tanto Felipe Solá le encuentre reemplazante. El gobernador estuvo reunido ayer, por segunda vez, con Arslanian, aunque no le ofreció el ministerio. Los nombres en danza para la sucesión. Los motivos.
Por Sergio Moreno
El ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Juan José Alvarez, decidió dejar su cargo. Anoche, al cierre de esta edición, el gobernador Felipe Solá continuaba buscando un reemplazante para esa cartera, devenida en una especie de cementerio de elefantes, la más sensible a los humores de la población del Conurbano y –por motivos diferentes– del mismo gobernador, del presidente Néstor Kirchner y del ex Eduardo Duhalde. Ayer mismo, el gobernador había vuelto a conversar sobre el asunto con el ex titular del área en cuestión León Carlos Arslanian. En el meeting, Solá no concretó ofrecimiento alguno.
El alejamiento del gabinete bonaerense de “Juanjo” Alvarez, como suelen llamarlo quienes lo quieren y quienes no (adelantado el domingo pasado por Página/12), es el corolario de las inmensas presiones ejercidas desde la Casa Rosada, particularmente por el propio Kirchner, sobre el gobernador Solá, ante lo que, entienden en Balcarce 50, es una cuestión de supervivencia. “Si no me meto en este quilombo, van a venir por mí”, suele confiar Kirchner entre los suyos. “Este quilombo” significa para el Presidente el elevadísimo nivel de delincuencia proveniente de la maldita Policía Bonaerense y sus imbricaciones con el poder político en el Conurbano. Kirchner está convencido de que Juanjo Alvarez, más allá de conocer el paño policial (tuvo este mismo cargo durante la gobernación interrumpida de Carlos Ru-ckauf y fue ministro de Seguridad de la Nación con los ex presidentes Adolfo Rodríguez Saá y Duhalde), no metería el cuchillo hasta el tuétano de la Bonaerense, entre otros motivos por su condición de ex intendente de Hurlingham. “El asunto es con Juanjo”, confió la semana pasada a este diario un integrante del gabinete nacional, dueño de una porción del oído y la confianza presidenciales, como para que no queden dudas.
Alvarez fue designado por Solá tras la renuncia al cargo de Juan Pablo Cafiero. “Juampi” le había implorado al gobernador que lo releve. Solá –que un año antes había recibido un pedido de Antonio Cafiero, padre de Juampi, en el mismo sentido– accedió a la solicitud: le dio unas semanas de vacaciones y luego aceptó su renuncia (una semana después de eso, y cuando hubo asumido el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, Cafiero sufrió un infarto del cual afortunadamente salió bien).
Solá recurrió entonces a Juanjo Alvarez. “Necesito un profesional en ese lugar, alguien que conozca el lugar y se la banque”, dijo el gobernador a sus colaboradores cercanos. Una vez decidido, llamó a Duhalde para transmitirle su decisión. “Perfecto, dejame que lo llamo yo para decírselo”, le pidió el ex presidente. Solá accedió. Recién después habló con Alvarez, quien aceptó el cargo.
Con la sensación de inseguridad en su punto álgido, ante el recrudecimiento de los secuestros extorsivos que exponían una crueldad in extremis de los delincuentes (cortaban los dedos de sus víctimas para apurar los pagos y elevar los montos del rescate), Kirchner inició su desembarco en las playas normandiescas del conurbano. Las catilinarias del Presidente, acusando a la Bonaerense de formar parte activa de las bandas de delincuentes y secuestradores, rápidamente se centraron en Alvarez.
Duhalde, entonces, llegó a sugerirle a Solá que se deshaga de Juanjo. “Si al ‘Flaco’ le molesta tanto...”, dijo el ex presidente. Solá no soltó la mano de su ministro. Incluso, tras largas conversaciones con el patagónico, el gobernador entendió que podría relajarse un poco. “Está bien, si vos lo bancás, yo lo banco; pero no quiero operaciones”, le dijo Kirchner a Solá. La primavera duró lo que un lirio y las presiones públicas sobre el ministro lejos de cesar, arreciaron.
Este fin de semana llegó el final.
Sí, juro
Un irrefutable colaborador de Alvarez relató anoche a Página/12 lo siguiente: “Juanjo no presentó la renuncia, aunque se va a ir. Va a jurarcomo diputado nacional pasado mañana (por mañana, miércoles) y va a esperar que Felipe encuentre sucesor. Si lo encuentra para el miércoles, Juanjo se va el miércoles; si no, se quedará hasta que haya reemplazante, para lo cual va a tener que pedir una pequeña licencia al Parlamento”.
Anoche, Solá cavilaba aún acerca del relevo de Alvarez. Ayer se había reunido nuevamente (ya lo había hecho una vez antes) con el ex ministro de Seguridad de la provincia durante el período 1998-99, cuando Duhalde era el primer mandatario provincial, León Carlos Arslanian. El gobernador no llegó a hacerle un ofrecimiento concreto, por lo que el ex camarista sugirió un nombre para el cargo, el de Domingo Esteban Marino, que formó parte de su equipo durante su ministerio y es actualmente director de Política Criminal de la Nación en la secretaría que conduce Mariano Ciafardini.
El Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, Gustavo Beliz, acicatea al ex camarista para que acepte el cargo de marras. Arslanian le recuerda que no le fue ofrecido.
En tanto, los pasillos ministeriales de La Plata devinieron ayer en conciliábulos donde se bailaba el minué de los nombres, como cada vez que se avecina un cambio, a pesar de que en esta oportunidad el voltaje que adquirió la lucha por el desplazamiento de Alvarez no tiene precedentes en el país. Los nombres que rondaban para reemplazar a Juanjo eran los del ex viceministro de Seguridad, Marcelo Sain –cuya sola mención produce eczemas en la dermis del duhaldismo y en la del propio caudillo–, y el de Carlos Beraldi, antiguo secretario de seguridad de la administración Arslanian y socio en su estudio jurídico.
“Tenemos que cambiar todo el gabinete. Hay ministros que fueron electos intendentes, hay otros que fueron electos legisladores. Dicho esto, no le voy a negar que el reemplazo de Juanjo es el tema central”, confió anoche un vocero del gobernador a este diario.
En las tiendas del ministro saliente ayer cundía la desazón y una pizca de enojo. “Es injusto, da mucha bronca ser víctima de estas acusaciones y aprietes cuando los números, las estadísticas de delito, han comenzado a bajar. No obstante, así no se puede trabajar”, dijo anoche, tarde, a Página/12, un estrecho colaborador de Alvarez.
Mañana jurará como diputado. Todo indica que ahí se quedará.