CULTURA › A DIEZ AÑOS DE LA MUERTE DE CARLOS
ABREVAYA, FIGURA DE LA TV Y LA PRENSA GRAFICA
Aquel humorista que pensaba las cosas en serio
Fue parte de aquel formidable equipo que condujo La noticia rebelde, un programa que marcó una época e inauguró un estilo vigente hasta hoy. Pero Abrevaya fue mucho más allá: lúcido pensador, creativo y analítico, supo “leer” los medios de manera admirable.
Por Mariano Blejman
“La muerte: ese segundo que dura una eternidad. Esa eternidad que acorta tanto la vida”, escribió el humorista-periodista-pensador Carlos Abrevaya en su libro Desnudo y sin documentos, quien hace 10 años (el 8 de julio de 1994) dejó estas pampas para siempre, producto de un cáncer de pleura. Carlos Abrevaya fue para el gran público una cara inolvidable –escondida detrás de inmensos bigotes– del programa cómico que más influyó en la televisión: La noticia rebelde, que se vio en pantalla a mediados de los años ’80 con Jorge Guinzburg, Nicolás Repetto y Adolfo Castelo. Pasa el tiempo y la figura de Abrevaya sigue dejando su legado, como de costumbre, con un alto grado de discreción. Con el tiempo, Abrevaya se agiganta.
“Es uno de esos tipos que uno extraña mucho. No era amigo íntimo, pero siento muy precisamente su ausencia, su forma de ser. Era un tipo cálido, afectuoso y profundo, juntaba la gracia creativa y la profundidad en el análisis”, dice el periodista Juan José Panno, quien trabajó con él y ayer emitió un sentido homenaje en su programa Medio y medio, de Radio Nacional. Abrevaya creció con Jorge Guinzburg, con quien la empatía venía de lejos: terminaron la secundaria juntos en 1966, iniciaron la carrera de Derecho y en 1971, buscando algo creativo para hacer, por una de esas casualidades del destino terminaron como libretistas de Juan Carlos Mareco, quien quería dejar de ser Pinocho. Abrevaya había estudiado Derecho y Filosofía “abandonando las dos carreras, como corresponde”. Luego vino el Fontana Show, con Cacho Fontana, y más tarde la revista Satiricón. “El era muy joven, vino con otro chico Jorge en el ’72 diciendo que eran ‘chisteros’. Al poco tiempo, él y Guinzburg empezaron a trabajar. Eran geniales, simpáticos y buenas personas”, cuenta Carlos Ulanovsky.
En 1975 ambos comenzaron a publicar Diógenes y el linyera en Clarín (con dibujo de Tabaré). En 1982, cuando Tato Bores reapareció en la pantalla chica, el dúo se encargó de escribir los libretos del “Actor Cómico de la Nación”. Desde el ’78, siempre con Guinzburg, su pluma brillaba en la legendaria revista Humor. “El tenía una intención de hacer una organización de lobbies de periodistas serios. Con opinión y sin pelos en la lengua... no sé cuántos llegó a juntar pero era una idea muy linda. Quería hacer carnets, una logia periodística formada por gente como nosotros, con Tomás Sanz”, cuenta Aquiles Fabregat, secretario de redacción de Humor.
Luego vino el programa de radio En ayunas, que comenzó el 2 de abril de 1984 y duró hasta diciembre del ’88. Desde su irrupción en 1986, La noticia rebelde se convirtió en un programa de culto, con alto rating. En aquella época –primavera alfonsinista– decían no tener rivales “salvo Nuevediario, nuestra competencia”. En una emisión de La noticia... de 1988 declaró: “Las mejores ideas son sencillamente irrealizables, no tanto por falta de medios sino porque no se nos ocurre cómo hacerlas”. Sus comentarios en La noticia... eran sutiles e incisivos, y cambiaron las reglas de contar en tele.
La noticia rebelde fue el antecedente de la renovación televisiva que vendría a comienzo de los noventa. El antecedente directo era Semanario insólito, donde había debutado Nicolás Repetto, que unos años después haría otro programa fundamental de la nueva televisión, Fax. “Los pibes jóvenes no lo identifican, creen que el humor con la noticia comenzó hoy. Pero todo lo que es Argentinos, somos como somos, Caiga Quien Caiga, todo eso viene de ahí. Inventaron la noticia con humor, con un contenido profundo por el lado de Abrevaya”, señala Panno. El mismo Abrevaya se encargaría de analizar el fenómeno de los “transgresores” en 1992. “Tinelli, Pergolini, Pettinato, Paluch (van ganando las P), al fin, hacen la suya”, escribió en este diario.
Según Ulanovsky, Abrevaya puso su lucidez al servicio de la democracia: “Había que pensar cosas nuevas. El pudo pensarlas desde los medios, con gran conciencia ética”. El 11 de octubre de 1987, La noticia rebelde decidió cambiar su clásica apertura con un crítico texto sobre los medios de comunicación, leído por un serísimo Abrevaya. El humorista utilizaba la pantalla para hacer una arrolladora denuncia sobre los medios: “Todos los argentinos estamos pagando los medios, tanto estatales como privados. Si los medios de difusión de la Argentina no trabajan en favor del proyecto de la mayoría de los argentinos, nuestro futuro será como nuestro pasado: una interminable y sangrienta pelea por espacios de poder, una constante y retardataria lucha por dominar a los otros”. Después terminó: “Todavía cantamos, quien quiera oír que oiga y el que no, una deuda externa tendrá”. Un discurso apropiado para un gran analista, un perspicaz observador, a quien le gustaba jugar con las palabras. Decía que “el gran secreto de las discusiones es que primero hay que ponerse de acuerdo sobre qué discutimos primero”, o declaraba rozando el aforismo: “En el caso de los medios de comunicación el principal problema es su dificultad de comunicación”.
En 1988, Guinzburg y Becerra se separaron de La noticia rebelde para hacer Sin red por Canal 13. Entonces Abrevaya dijo: “Debo decir una cosa que seguramente va a sorprender a mucha gente: Jorge y yo siempre hemos sido dos personas distintas. Es algo que muchos no van a poder soportar, pero algún día se tenía que saber”. En 1989, cuando supo que La noticia... podía salir en ATC, dijo: “Hasta ahora no he descubierto que deba pensar de otra manera, al menos por razones honestas. Por razones deshonestas sí, pero todavía no me interesan demasiado”. Era una etapa preelectoral, en un canal –todos lo eran– estatal. Pero La noticia..., con un último año sin Guinzburg ni Becerra, terminó en julio de 1989.
Después de La noticia... se dedicó a escribir contratapas en Página/12, hizo radio, escribió libros y en 1993 fue elegido Ombudsman de la revista La maga. Abrevaya ganó la votación, pero se arrepintió y decidió no aceptar. Estuvo cerca de los sectores más progresistas del alfonsinismo, aunque afirmaba que un humorista es “un cómico, pero detrás puede haber un pensador y en el mejor sentido de la palabra un revolucionario”. Escribió con estilo irreverente y reflexivo, llamando a los datos paradójicos-graciosos parajódicos. “Tenía el physique du rol de muchos humoristas que no tienen un talante sonriente, sino que son hoscos, tímidos, retraídos y reflexivos. El buen humor es un dolor que le iba por dentro”, cierra Ulanovsky.