ESPECTáCULOS › “VACAS VAQUERAS”, PASO EN FALSO DE LA DISNEY COMPANY
Una animación poco animada
Por Martín Pérez
En un reportaje publicado el pasado fin de semana en la prensa británica, quien fuera responsable del renacimiento de la rama animada de Disney durante la década pasada repasó sin ninguna nostalgia el slogan que guiaba cada dibujo animado del estudio desde sus comienzos: una película para el niño que hay dentro de cada adulto. A cargo ahora del estudio Dreamworks, Jeffrey Katzemberg celebraba haber dado vuelta ese slogan a partir del éxito de Shrek, cincelando otro más a tono con los tiempos actuales: una película para el adulto que hay dentro de cada niño.
Tratando a los adultos y a los niños como tontos por igual, es difícil saber a qué slogan responde el último trabajo animado del decaidísimo Disney, si es que responde a alguno. La congelada actualidad del estudio del tan ídem Walt, entrega con Vacas vaqueras una película que está muy cerca de ser como aquellos dibujos de la peor época de la animación para televisión, en la que toda la gracia estaba reservada a los gags verbales. Y no se trata de mayor o menor presupuesto, porque una película animada menor como Lilo y Stitch –última obra realizada en sus recientemente cerrados estudios de Miami– tal vez haya sido uno de los trabajos con más alma de la más reciente animación tradicional. Algo que no está ni cerca de suceder con Vacas vaqueras, un largometraje sin vida, en el que la diversión apenas si aparece en la pantalla aquí y allá en algún aislado gag visual, ahogado debajo de páginas y páginas de diálogos. Contando la historia de una granja a merced de lo que bien podría ser el trabajo en equipo entre la usura de los banqueros y la desfachatez de los ladrones de ganado, Vacas vaqueras juega a comprarse la simpatía del público infantil con un buen casting de animales animados, y la del adulto con sus políticamente correctos protagónicos femeninos, con las voces (irremediablemente perdidas en el obligado doblaje, ya que no se exhibe ninguna copia con la versión original) de Roseanne Barr para la vaca protagonista y K.D. Lang para la canción principal. Pero, más allá de los golpes de efecto, no hay nada que se pueda ganar la simpatía del niño que hay en ese adulto, ni del adulto que lleva dentro ese niño. Muy poco tiene para ofrecer este nuevo producto animado de Disney, que tal vez sea un injusto último clavo en el ataúd de su departamento de animación tradicional. A la que no ha vencido la computadora, sino la falta de talento de quienes eligen las historias a dibujar.