CULTURA › DANIEL VERONESE *
Sobre el llanto y la risa
Yo no conocí a Chéjov pero pienso ¿en qué ocupó su tiempo? ¿Se ocupó expresamente de reunir personajes y elementos sencillos? ¿De crear situaciones que despiertan y tienen vida propia, expresivamente ajena y a la vez similar a la nuestra? Sorprende. No lo conocí pero intuyo que en su vida privada no debió subestimar ni los objetos ni los hechos simples. ¿Qué hago acá ahora en este lugar? se debió preguntar Chéjov muchas veces mirando a su alrededor, pienso hoy, no lo sé. Porque a Chéjov creo que le importaba lo que decía la gente, la realidad de sus vidas, el destino de sus sueños. Intuía seguramente que un autor debe escribir cosas que lo pongan al alcance del conocimiento de su entorno.
¿Chéjov comprendió la vida cotidiana?, porque algo que tiene que ver con Chéjov es el diario vivir. El llanto y la risa parecen ser su materia prima. Yo no lo conocí pero pienso que era contradictorio, que no era lo que llamamos una persona lineal, el suceder de sus horas debía ser importante, pero seguramente también el desgaste de esas horas lo era. Qué imagen me da Chéjov sobre sus trabajos. Qué imponente. Pienso que Chéjov se rodeaba de personas hermosas, inteligentes, penosamente fieles, aburridas, tristes, burdamente infelices, que comían, dormían, que encantaban con su belleza, que carecían de obligaciones, que se casaban por amor, o por despecho, o por aburrimiento, o por atracción a la sabiduría o a lo célebre, que confundían amor verdadero con amor falso. Quizá por este conocimiento Chéjov era un solitario, un hombre duro con él. Escuché decir “quiso que su vida fuera feliz y lo logró”. Yo no lo sé.
* Dramaturgo y director. Un hombre que se ahoga espía a una mujer que se mata (versión de Tres hermanas) se estrena en agosto, en el Camarín de las Musas.