Domingo, 25 de octubre de 2009 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Juan Carlos Schmid *
No es nada fácil ser Maradona. Tan dificultoso como haberle hecho un dribling al destino, un caño al hambre y salir de Villa Fiorito sin haberse ido nunca tanto como mantenerse equilibrado cuando su nombre es una identidad argentina más fuerte que presentarse como argentino. Contradictorio, desmesurado, superlativo, Maradona sostiene que en su vida no hay grises. Dotado de una inteligencia sorprendente no cultivada más allá de sus andanzas por el mundo y sus calles, ha tenido salidas tan originales como el gol histórico a los ingleses, a saber: “La mano de Dios”, “Se le escapó la tortuga”, “La pelota no se mancha”, “Nací en un barrio privado: privado de luz, privado de gas, privado de agua potable”, entre otras. Santo en el Nápoles; Dios, mientras fue jugador, en la Argentina. Capaz de enarbolar a Fidel Castro, El Che y Hugo Chávez o a Carlos Menem y Domingo Cavallo. Enfrentado muchas veces con el establishment futbolero, con esa multinacional poderosa que es la FIFA, intentó defender siempre a sus compañeros de trabajo, tratando de crear un sindicato mundial de futbolistas. En Italia representó, sin proponérselo, al Sur pobre contra el Norte rico. Tal vez nadie como él vistió con orgullo la camiseta de la Selección. La clase media en franjas muy gruesas nunca le perdonó que siendo “el negrito de Villa Fiorito” haya sido contestario más allá de sus contradicciones, y que fuera capaz de hacerlo esperar al Papa y luego le criticara sus riquezas. O que se abrazara con líderes populares a los que consideran la quintaesencia de todo lo que detestan. Un desprecio que llevó a que muchos desearan últimamente que Argentina no se clasificara con tal de ver derrotado a Maradona.
Las declaraciones de Maradona se dan en el contexto de la guerra desatada entre el Gobierno y los grupos multimediáticos. Periodismo deportivo que lo hostiliza groseramente respondiendo a sus patrones, y embanderado bajo una libertad que no es de prensa sino para consumar negocios detrás de esa bandera. La presión enorme, que de haberse plasmado la eliminación habría significado un fracaso superior al del Mundial de Suecia, fue aumentando con el correr de los encuentros. Un partido lamentable con Perú en el Monumental y un triunfo, jugando a no perder, con Uruguay en el Centenario. La clasificación importante pero con una performance muy alejada de lo que Argentina significa en fútbol.
¿Cómo debería comportarse Maradona ante las preguntas “imperiosas” de los medios? Creo que gran parte del periodismo (y no sólo el deportivo) debería volver al pupitre en la escuela de periodismo a revisar el significado del ejercicio de la profesión. Seguramente será una dura tarea, porque también el saber transmitido es impactado por la concentración y el monopolio, pero, ¿esto ha cambiado el valor de la palabra?
Una de las misiones del periodista, además de la rigurosa investigación, es la divulgación de la noticia y la responsabilidad en la formación de opiniones.
La conclusión polémica de esta nota es que el presunto periodismo independiente se basa en razones falsas, inevitablemente contaminado por el conglomerado mediático que fascina la mente de la sociedad. ¿Deberíamos asombrarnos de los alaridos periodísticos por la respuesta de Maradona? ¿Por qué seguir enredados en la histeria colectiva? ¿No es mejor sacar las conclusiones sin tanta estridencia? En cualquier caso, los futbolistas deberían desconfiar de quienes los honran como si fueran la fuente de la verdad.
Los consideran estrellas, pero si no obtienen los resultados que ellos crearon en el imaginario popular, los tildarían de fracasados. Al fin, se comportan como el simple hincha del tablón.
Sin embargo, no son todopoderosos. Felizmente son humanos, apenas una minoría dentro del mundo deportivo. Los seguidores del fútbol, aparte de alentar a los equipos, tienen que despertar para asumir el control de lo que Orwell llamaba “el espacio entre las orejas”. Utilizando ese poder, no van a dejarse robar la pelota cada domingo como venía pasando con la TV, ni a levantar castillos en el aire.
* Secretario general del Sindicato de Dragado y Balizamiento.
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