DEPORTES › DIEZ REFLEXIONES SOBRE NUESTRO AISLAMIENTO COMPETITIVO
Por qué no quieren y con quién debemos jugar
Por Juan José Panno
El presidente de la AFA, Julio Grondona, declaró que la Selección Argentina no consigue rivales para su etapa preparatoria para el Mundial -que empieza dentro de 115 días– porque le tienen temor. ¿Miedo a qué? Aquí se intentan algunas respuestas.
1 Al corralito. Ya se sabe cuánto de desinformados están los europeos, quiénes han llegado a suponer que Buenos Aires es la capital de Río de Janeiro, que De la Rúa alguna vez fue presidente, que Rodríguez Saá es Perón, y esas cosas. Por todo esto, calculan que en los partidos que se jueguen en las canchas argentinas se les impedirá retirar la pelota cada vez que ésta salga por las líneas laterales; creen que sólo podrán ejecutar una cantidad limitada de tiros y ningún retiro y sospechan que los partidos durarán todo el tiempo que se le ocurra a las autoridades del fútbol nacional, con lo cual corren el riesgo de no disputar el Mundial propiamente dicho.
2A los jueces. Los contrarios tienen miedo de que en el medio de un partido el Honorable Tribunal les declare anticonstitucional un gol o convalide per saltum goles logrados en el círculo central. Lo que no saben es que aquí, el Honorable Tribunal hace rato que juega para los contrarios.
3A la convertibilidad. Temen que en los partidos que jueguen con Argentina les conviertan los goles en penales, los penales en corners, los corners en laterales, los laterales en saques de arco y los dólares que tienen que cobrar, en patacones, pesos u otros papelitos.
4A los cacerolazos. Los europeos, especialmente, están acostumbrados a jugar con el ollazo y no sólo saben como practicarlo sino, también, cómo contrarrestarlo. Pero no tienen noción de cómo responder al esquema de juego que suponen que va a practicar el equipo nacional: el cacerolazo. “De ollazo sabemos, pero de cacerolazo no tenemos ni puñetera idea”, dijeron en la Real Federación Española de Futbol, sintetizando el sentimiento general. Suponen que se van salir de sus presupuestos si, además de pagar a dos centrales altos y fuertes para despejar ollazos, deban contratar a policías, servicios de inteligencia y tapiadores de bancos de suplentes y disponer de carros hidrantes y gases lacrimógenos.
5A la licuación de los pasivos. Creen que si algún jugador argentino hace un gol en evidente off–side, el árbitro va a decir que se trata de off–side pasivo y el Tribunal de Casación lo va a consolidar.
Hecho ya el diagnóstico, conocido el problema, se trata de buscar urgentes soluciones tendientes a que el equipo nacional tenga la preparación adecuada. Modestamente, aquí se intentan algunos aportes:
1Hay que jugar con Nigeria. Es rival directo en el Mundial, es rival directo en el campeonato universal de riesgo país y también en capacidad de corruptela. Se puede ofrecer como cometa plazos fijos Remes Lenicovizados, si están duros.
2Hay que jugar con Holanda. Ahora que somos como hermanos luego del casamiento de Máxima y Guille, seguramente las gestiones se podrán agilizar. Lamentablemente quedó afuera de la escena Inés Pertiné, quien no pudo asistir a la boda tal como todos queríamos, por culpa de su marido, que si no ella iba y arreglaba todo.
3Hay que jugar con Islas Caimán. Se trata de aprovechar los muy buenos contactos que existen desde hace unos cuantos años a partir de los aportes de distinto tipo que han hecho renombrados políticos, acaudalados industriales y poderosos empresarios en ese paraíso del Caribe.
4Hay que jugar con Afganistán. Ellos están en una situación similar a la nuestra: están destruidos, arrasados, bombardeados, tienen interna salvajes y le dan refugio a personajes nefastos. Son demasiados puntos en común.
5Hay que jugar con Cuba. Las relaciones están muy lubricadas por las recientes lamidas de botas a los Estados Unidos, como parte de las relaciones poligámicas a las que aludió al asumir nuestro embajador Carlos Ruckauf. Si por algún motivo se bloquean las gestiones, hay que apuntar a Colombia porque ellos están muy dispuestos a colaborar con Argentina después del gesto de participar en la Copa América.