Jueves, 19 de mayo de 2011 | Hoy
DEPORTES › LA ESTRATEGIA DE DANIEL PASSARELLA AL ENFRENTARSE A JULIO GRONDONA EN LA AFA
Los perjuicios que siente que sufrió River y las ambiciones personales se conjugaron para una reacción que no cayó bien a sus pares.
Daniel Passarella pateó el tablero. Luego de seis meses sin concurrir a una reunión de Comité Ejecutivo, el presidente River se presentó en la AFA, cuestionó el sistema de arbitrajes y hasta se animó a exigirle la renuncia a Julio Grondona. En la superficie, su pataleo tuvo que ver con la actuación de Patricio Loustau en el superclásico y supuestos fallos que vienen perjudicando a River. Sin embargo, cuesta entender que un hombre de fútbol con su experiencia haya actuado sólo por el impulso de sentirse perjudicado en un partido. Mucho más teniendo en cuenta su reconocida admiración por ex estrellas europeas que luego de sus trayectorias como futbolistas y entrenadores incursionaron con éxito como dirigentes, tales los casos de Franz Beckenbauer y Michel Platini.
La relación de Passarella con Grondona pasó por diferentes picos. Lo trató como capitán de la Selección, como entrenador de River, como técnico de la Selección y, en el último año y medio, como presidente de River. En todas las funciones tuvo cortocircuitos, con más de un disgusto para el titular de la AFA, que fiel a su estilo del “todo pasa” nunca los hizo públicos, pero no perdonó los desplantes. El nunca aclarado corte de Julio Cruz en La Paz y las lonas de L’Etrat, con el silencio de los jugadores en el esplendor de la relación Grondona-Torneos y Competencias, fueron dos facturas que le pasó Don Julio, que ni siquiera por formalidad le ofreció la continuidad en la Selección. Está claro que con esos antecedentes Passarella tiene real conciencia del adversario al que se está enfrentando.
Un dato a tener en cuenta es que la situación actual de Grondona en la AFA es particular. Como pocas veces antes tiene un competidor real –el empresario de los medios Daniel Vila, presidente de Independiente Rivadavia– para las elecciones de la AFA en octubre, con una feroz campaña televisiva y radial, que incluye hechos archiconocidos pero con impacto en el público futbolero. A ello se le suman las denuncias del ex árbitro Javier Ruiz, algo que también ya se había publicado, pero que recobró notoriedad durante esta semana.
Tal vez esa coyuntura llevó a Passarella a sentir que era un buen momento para medir su proyección en la entidad madre del fútbol argentino. Empujado por la interna de River, donde el famoso “no tenemos peso en AFA” comenzó a tallar desde que el tema del promedio empezó a generar preocupación real, el presidente riverplatense tomó impulso y se enfrentó a Grondona en su territorio, con el resto de los representantes de los clubes presentes. Es difícil pensar que haya sido por un momento de calentura, más después de haber tenido casi cincuenta horas de silencio luego de la derrota en la Bombonera. Y mucho más luego de haber firmado un día antes la solicitada en la que los clubes respaldaron a Grondona y lo defendieron ante el “ataque de periodistas mercenarios”.
Lo que seguramente no esperaba Passarella para su ambición de progreso en la AFA era la reacción del resto de los dirigentes. Bien adoctrinados por el Jefe, todos saltaron en su contra e instalaron que se trató de un llanto de mal perdedor. Para adentro, Passarella podrá argumentar que se le plantó a Grondona para que no sigan perjudicando a River, justo en la etapa decisiva para evitar la promoción. Incluso, ayer recibió todo el apoyo del bloque oficialista en la Comisión Directiva. Habrá que ver si el golpe de efecto suma adeptos con el correr del tiempo o sólo termina siendo un gran gesto para la intimidad del club.
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