Cuando la Selección Argentina está cerca de participar en una competencia de relieve, suele ocurrir que organiza un partido más para despedirse de la gente que para medir su nivel. Eso sucedió también ayer, con la excepción de que el equipo no viajará al exterior: esta vez, la Copa América se realizará en el país dentro de pocos días más. El rival de turno fue Albania, que se ubica 50ª en el ranking de la Federación Internacional (FIFA), e integrado por algunos futbolistas semiprofesionales. Pero el objetivo se cumplió: la gente pudo disfrutar a las estrellas que se desempeñan en el exterior, con una victoria que invita a la ilusión con la mira puesta en el certamen continental.

El show se inició desde temprano, ya que antes de que comenzara el juego, el público pudo escuchar las palabras de Lionel Messi para la televisión, cuando los equipos se preparaban para el saludo formal. Sin duda, la mayor sorpresa de la tarde en la cancha de River fue la aceptación que tiene Carlos Tevez. El ex Boca superó en ese aspecto nada menos que al propio Messi, y va camino a encabezar el podio de idolatría. Del otro lado, el que parece que todavía no se ganó un lugar de privilegio es el técnico Sergio Batista, quien recibió varios silbidos cuando su nombre se escuchó por los altoparlantes.

El himno entonado por Miguel Mateos precedió al juego, el cual sólo tuvo atracción cuando Messi exhibía una de sus genialidades, ratificando que está un escalón por encima del resto de sus compañeros. Otros de los puntos más atrayentes fueron los encuentros que se produjeron entre los hombres involucrados en el juego ofensivo. En ese aspecto, hay alguien que resulta fundamental en el inicio de ese circuito: Ever Banega. El volante central se desplaza unos metros más adelante de la línea media y se convierte en un enlace “oculto” y en un sostén importante para Messi.

Argentina construye a partir de ahí y luego continúa en triangulaciones que protagonizan Messi (siempre), Lavezzi y Di María, por un lado; y Messi, Tevez y Agüero, cuando los dos últimos ingresaron en el segundo tiempo. Messi volvió a demostrar su precisión cuando habilitaba a sus compañeros, y de sus pies nacieron las acciones que terminaron en los goles de Lavezzi, que definió cruzado entrando al área por la derecha; y de Agüero, que convirtió eludiendo muy bien al arquero.

Messi también tuvo tiempo para marcar su gol, el segundo, con una acción clásica de las que muestra en Barcelona. Apareció en la puerta del área desplazado hacia la derecha, recorrió unos metros hacia adentro y ubicó la pelota al lado del palo. Una de aquellas combinaciones entre tres se dio a la perfección en el cuarto gol de Argentina, el de Tevez. Messi recibió la pelota afuera del área, la tocó hacia adentro para Agüero, éste encontró bien ubicado a Tevez, y el ex Boca definió cruzado al otro palo. En el medio, Me-ssi se había llevado a sus marcadores pasando por adelante del ex hombre de Independiente.

El gol de Tevez fue uno de los más especiales, ya que el público lo estuvo esperando durante todo el segundo tiempo. La tranquilidad del espectáculo hizo que la gente pidiera hasta por Martín Palermo, de quien se especuló con la posibilidad de que juegue unos minutos para despedirse también de la Selección. Albania fue el convidado de piedra en medio de tanto lujo, y dejaron evidenciado que la distancia que tienen con los jugadores argentinos es demasiado extensa. Los visitantes apenas remataron una vez al arco con seriedad, por intermedio de Kapllani.

El seleccionado argentino le apunta con decisión a la Copa América, y la exhibición de ayer permite vislumbrar un horizonte soñado.