Viernes, 21 de junio de 2013 | Hoy
DEPORTES › ENTREVISTA AL PREPARADOR FISICO GERARDO SALORIO
El ex integrante del cuerpo técnico que encabezaba José Pekerman publicó un libro en el que relata toda su experiencia con los juveniles. Además volverá a trabajar en los seleccionados menores convocado por el actual técnico Humberto Grondona.
Por Leonardo Castillo
“En el fútbol, un verdadero profe es el que se compromete con la formación de un jugador desde que es un chico hasta que se convierte en profesional. Es poner una vocación docente al servicio de un grupo, para cohesionarlo y hacerlo competitivo.” Lo dice Gerardo Salorio, que durante 17 años trabajó como preparador físico de los planteles juveniles de la AFA y acompañó desde esa función la fructífera gestión que José Néstor Pekerman llevó a cabo en las selecciones argentinas juveniles y mayores. Acaba de volcar sus experiencias en un libro (Los secretos del campeón) y fue convocado nuevamente a integrar el cuerpo técnico de la Sub-20 que conducirá Humberto Grondona. “Una vez colgué el buzo en el ropero, pero no lo quemé. Así que si me necesitan para trabajar junto a los pibes lo voy a desempolvar para ponérmelo una vez más”, afirmó en una charla que mantuvo con Página/12.
–¿Qué fue lo que lo motivó a reflejar en un libro su experiencia de trabajo en las selecciones?
–Desde hace cuatro años recorro el país en el marco del Plan de Apertura al Interior de la AFA, que tengo el honor de dirigir y a través del cual creamos más de 40 centros de formación en alto rendimiento para reclutar y acompañar el crecimiento de los jugadores juveniles de las distintas ligas del país. Y de tanto viajar por las provincias noté que existe un grave problema con los chicos de entre 6 y 12 años. Estamos preparando a los pibes para competir, para ganar, y nos olvidamos de lo más importante, que es el juego, lo lúdico. En las categorías infantiles de muchos clubes se busca un resultado, una copa, y se deja de lado la concepción más importante: enseñar los fundamentos del juego. Por eso decidí contar mi experiencia en las juveniles, en las mayores, los mundiales, las anécdotas, brindar consejos para los padres y transmitir mis ideas. Quiero inculcar el disfrute por el juego, en lugar de la angustia del ganar a cualquier precio. Los más pibes se tienen que divertir. El tiempo de competir viene más adelante.
–¿Pero se puede formar y buscar resultados?
–Se puede a partir de los 10 o 12 años, cuando el pibe se acerca a las categorías juveniles. Antes no. En Argentina se pretende que los chicos compitan desde los seis y eso es una locura. A esa edad tienen una visión periférica de un solo arco y capaz que hasta termina pegándole para el lado contrario. Muchas veces, cuando empiezan a jugar, los chicos terminan todos corriendo detrás de la pelota como si fueran hormigas. Y lo hacen porque son individualistas, no tienen en ese tiempo una concepción colectiva. Entonces, lo primero que hay que hacer con los pibes cuando empiezan en el fútbol es enseñarles a que le peguen a la pelota. Hablo de las categorías 2006 o 2007, que ya están compitiendo en distintas ligas. ¿Y por qué y para qué, si no manejan lo más básico? Tenemos que trabajar para empezar a cambiar todo eso por el bien del fútbol argentino.
–¿Y cómo se empieza?
–Primero, hay que entender y explicarles a los pibes que el rival es un compañero de juego, no un enemigo. Segundo, hay tres resultados, ganar, perder o empatar, ¿cuál es el problema si se pierde? Y tercero, debemos recuperar la tradición del tercer tiempo. Aunque parezca una cuestión menor, compartir un pancho y una Coca les sirve mucho a los pibes para forjar vínculos que sirven para sacarle dramatismo al juego.
–¿Es por ese dramatismo que se manifiesta de forma tan temprana que el fútbol argentino perdió calidad técnica?
–Estoy convencido de que es así. Hace algunos años, con José (Pekerman) decíamos que íbamos a una época en la que no van a surgir grandes jugadores y creo que llegamos a ese momento, lamentablemente. Y de esto se sale con mucho trabajo desde abajo, con los niños y para eso tenemos que hacer docencia en el juego y dejar de poner énfasis en el resultado. Es mentira que el fútbol argentino sea una cantera inagotable. Hay que cuidar los recursos. Se están llevando pibes afuera que más allá de sus condiciones no tienen formación. Nos alarmamos cuando vemos juveniles que no saben cabecear, ¿y cómo queremos que aprendan si tienen que darle a una pelota que pesa tanto como ellos? Por eso digo que necesitamos un gran cambio.
–¿Por qué cree que Humberto Grondona lo llamó a integrar otra vez el cuerpo técnico de la Selección Sub-20?
–No lo sé. Tal vez se valora lo que hice cuando me tocó estar. Pero bueno, me llamaron y estoy dispuesto a asumir el desafío. Siempre dije que el buzo de profe lo tenía guardado. Llegó la hora de usarlo de nuevo. Trabajar por el prestigio del fútbol juvenil argentino bien vale el esfuerzo.
–¿Cómo se explica la frustración que se vivió con la eliminación en la primera ronda del equipo que jugó en enero el Su-damericano que se disputó en Mendoza?
–Creo que a los chicos no les supieron transmitir lo que implicaba jugar un campeonato de esa importancia y hacerlo en condición de local. La culpa no fue de ellos ni de Humberto Grondona. Había buenos jugadores, pero no se puedo formar un equipo, un sistema en torno de una idea positiva. Y pasó lo que tenía que pasar.
–Eso de plasmar una idea de juego en una cancha es algo que cuesta mucho en el ámbito local.
–El gran problema es que se lucha más de lo que se juega y es así porque no existe una generación intermedia. Tenemos jugadores veteranos que conviven con gente muy joven y los que podrían acercar a los dos extremos se encuentran en el exterior. No hay quien tienda vínculos entre el viejo fastidioso y el pibe irreverente. Entonces todo se hace muy difícil. Son cuestiones que a la larga repercuten en la forma de jugar.
–¿Se entrena mal en el fútbol argentino?
–Me parece que a veces se trabaja de forma muy exigente y por ahí se necesita otra cosa. Hay mucha disparidad de ideas aunque hay muy buenos preparadores físicos. Algo que tenemos que entender los profes es que si un entrenador no encuentra un equipo con tres horas de fútbol, no podemos someter a los jugadores a sesiones físicas demasiado duras. En el fútbol, el protagonismo lo deben tener los jugadores, después los entrenadores y atrás de ellos venimos nosotros.
–¿Por qué hay tantos desgarros?
–Por el estrés que existe, que en definitiva tiene que ver con todo lo que marcaba antes. Además, creo que se lucha más de lo que se juega, todo se vive con demasiada tensión, sobre todo cuando los campeonatos entran en las etapas decisivas.
–Integró también el cuerpo técnico de la Selección que disputó el Mundial de 2006. ¿Lionel Messi estaba para jugar en ese partido contra Alemania?
–Fue un partido raro, la lesión de (Roberto) Abbondanzieri lo complicó todo. Creo que José tenía en su cabeza hacer ingresar a Messi en los últimos 30 minutos, pero no se pudo. Fue un golpe muy duro porque estaba convencido de que ese equipo tenía muchas posibilidades de salir campeón. Pero sé que vamos a tener revancha en Brasil. Además de tener a Me-ssi con más madurez contamos con jugadores de mucho potencial como Agüero, Di María e Higuaín, y un técnico con mucho oficio como Sabella. Es un tipo muy mesurado, muy sabio, sabe escuchar. Tiene muchos puntos de contacto con José.
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