Martes, 26 de noviembre de 2013 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Diego Bonadeo
Hace algunos años, un homónimo del actual subsecretario general de la Presidencia –Gustavo de nombre, López de apellido–, cuyos atributos parecieran reducirse a repetir cual patéticas letanías inentendibles seudoapotegmas bilardistas y lucir trajes oscuros en la televisión, enfatizaba sin ruborizarse que los directores técnicos eran más importantes que los jugadores de fútbol.
Es que por entonces el “araujismo” dominante no había presionado para que se instalara la paparruchada del “director táctico” (uno supone, la etapa previa a que se difunda el “director estratégico”).
El partido que Boca perdió con All Boys como local permitió que uno recuerde la difundida tontería del acólito del fútbol-angustia, López, desde el momento, que el entrenador Ricardo Rodríguez llegó para suplantar a Julio Falcioni en el club de Floresta, el miércoles anterior al partido.
Seguramente la próxima embestida de la conjura de estos necios será pretender que un pizarrón y las conferencias de prensa de los entrenadores son más importantes que la pelota.
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