Viernes, 15 de agosto de 2014 | Hoy
DEPORTES › DIEZ MOTIVOS PARA ENTENDER LA CONQUISTA DE AMERICA DE SAN LORENZO
Desde las manos de Torrico al liderazgo de Romagnoli, pasando por la presencia de la dupla Mercier-Ortigoza, el equipo de Bauza encontró muchas causas para justificar la obtención de la Libertadores. Incluso, algunas desde afuera de la cancha.
Por Ariel Greco
Aprovechó la vida que le dieron: tras el empate en Ecuador, parecía que se quedaba afuera en la primera ronda. Pero Unión Española le ganó en Brasil a Botafogo y le dio una vida más, que supo capitalizar aquella histórica noche del 3-0 ante los brasileños y el 5-4 de Independiente del Valle en Chile. Por un gol de diferencia terminó segundo en la zona y decimoquinto en la tabla general, pero, de manera milagrosa, le alcanzó para estar en la siguiente ronda. Allí, en los cruces mano a mano, ya fue una historia.
- La seguridad de Torrico: como en el Inicial 2013, sin tanto cartel, el arquero de San Lorenzo tuvo una campaña muy regular, con atajadas vitales para que se cumpliera el objetivo. En aquel certamen fueron el penal a Claudio Pérez ante Boca y el remate de Agustín Allione en el último partido el día de la coronación ante Vélez. En la Copa, sus manos heroicas aparecieron en la definición por penales ante Gremio, primera ante Hernán Barcos y luego ante Maximiliano Rodríguez.
- Dos cinco que suman diez: Juan Mercier y Néstor Ortigoza reeditaron aquella dupla campeona en Argentinos, casi con la misma eficacia. Se conocen de memoria y se complementan a la perfección, ya que las máximas virtudes de uno coinciden con el mayor déficit del otro. No es casual que, en diferentes etapas y distintos equipos, los mejores rendimientos de ambos coincidieron cuando jugaron juntos. Por separado, nunca pudieron repetir esas actuaciones. A partir de la presencia de la dupla, San Lorenzo empezó a mandar en la mitad del campo y manejó los tiempos en casi todos los partidos de las llaves mano a mano.
- El liderazgo de Romagnoli: lejos de aquel jugador explosivo de sus comienzos, Romagnoli se reconvirtió en un volante ofensivo, pero con una buena dosis de sacrificio. Sin aquella capacidad de desequilibrio ni llegada al área rival, la nueva función le dio mayor capacidad para colaborar en la recuperación y para el juego colectivo. Desde ese aspecto se erigió en el líder, que contagió con sus ganas. De esa forma, es el único futbolista de San Lorenzo que integró los planteles de los tres equipos del club que conquistaron torneos internacionales.
- Goles en toda la cancha: a diferencia de otras ediciones, la Copa 2014 no tuvo goleadores explosivos. Dos volantes, Nicolás Olivera, de Defensor, y Julio Dos Santos, de Cerro Porteño, se quedaron con ese honor, con cinco conquistas cada uno. Sin un artillero determinante, San Lorenzo encontró goles en casi todas las posiciones del campo. Los delanteros aportaron (Matos tres, Correa dos, Blandi y Villalba uno); los mediocampistas hicieron lo suyo (Piatti tres, Mercier y Ortigoza uno); y hasta los defensores se hicieron presentes en la causa (Más dos, Gentiletti y Buffarini uno). De esa manera, con goles repartidos, consiguió suplir un goleador confiable.
- El conductor puso su sello: le costó hacerse cargo del equipo campeón. Y la floja primera fase, además de una pobre producción en el torneo Final, provocó algunos cuestionamientos de los hinchas. Pero tras la clasificación, le fue tomando la mano al equipo, que terminó saliendo casi de memoria. En los cruces puso de manifiesto su experiencia en ese tipo de definición. Con serenidad, sin perder la calma y bajando el triunfalismo, Bauza terminó poniéndole su sello al campeón de América.
- Plantel largo y confiable: dos jugadores –o más– por puesto le sirvieron a Bauza para tapar agujeros, ya sea a bajas ocasionales por lesión o suspensión, como a ausencias definitivas como las de Correa, el colombiano Valdés o Piatti en la final. Con jerarquía en el banco y buena predisposición para aportar desde afuera, San Lorenzo encontró en sus suplentes buenas respuestas para lograr el objetivo final.
- Un fixture accesible: no le quita méritos a San Lorenzo, pero las llaves de semifinal ante Bolívar y la final ante Nacional de Asunción no parecen acordes a otras ediciones del certamen. Lo cierto es que el conjunto de Boedo fue el que aprovechó la falta de candidatos y de los grandes equipos de otros tiempos. Y un dato no menor es que en el camino a la final supo dejar atrás a tres conjuntos brasileños (Botafogo en la fase de grupos, Gremio en los octavos de final y Cruzeiro en los cuartos).
- La fortaleza en casa: San Lorenzo convirtió a su estadio en una fortaleza, en la que edificó la campaña de campeón. De sus siete partidos en el Nuevo Gasómetro ganó seis y empató uno, ante Unión Española en la fase de grupos. En los triunfos como local, en todos mantuvo su valla invicta. Ese apartado resultó fundamental en los tres cruces en que los goles como visitante definen en caso de empate. Y de esa manera disimuló su floja campaña como visitante, con apenas tres empates y cuatro caídas.
- Un cambio profundo: desde aquella promoción en 2012 ante Instituto, San Lorenzo vivió un cambio dirigencial notable. Dejó de ser noticia por huelgas, deudas o problemas de promedio a pasar a pelear campeonatos, luchar por el regreso a Boedo o soñar con la tan esquiva Copa Libertadores. Con muchos aciertos y algunos errores, se lograron evitar las peleas internas y el crecimiento fue evidente en muy poco tiempo. La coronación del miércoles parece el mejor premio a ese cambio profundo.
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