Miércoles, 28 de octubre de 2015 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Adrián De Benedictis
El Mundial de Fútbol Sub-17 se sigue desarrollando en Chile y los chicos argentinos ya regresaron al país, luego de su último encuentro ante Australia, el sábado último. Los juveniles no tienen que esperar ningún resultado para saber la posición final en el certamen: 24º. Esa es la cantidad total de los participantes. Algo similar ocurrió con el seleccionado Sub-20, que en Nueva Zelanda tampoco pudo superar la primera ronda, en la Copa del Mundo que se jugó entre el 30 de mayo y el 20 de junio pasado. En este último caso fue todavía más llamativo, debido a que el conjunto dirigido por Humberto Grondona se había consagrado en el Sudamericano disputado en Uruguay, entre enero y febrero.
Más allá de que Argentina no había podido tener una actuación relevante entre los más chicos, a lo largo de la historia, lo que ofrecieron en los tres partidos deja un gran interrogante para el futuro. Pero no en el aspecto de los resultados, sino apuntando al trabajo que se está realizando entre las categorías menores en todos los clubes.
La desesperación por conseguir resultados sigue conspirando contra el desenvolvimiento libre de los juveniles, que desde muy temprano asimilan lo que les transmiten desde afuera no sólo los entrenadores, también los propios padres. De esa manera, la técnica y la evolución en el juego colectivo quedan varios pasos atrás.
La incertidumbre que rodea a los seleccionados argentinos, a partir de lo que pueda pasar en las elecciones presidenciales en la AFA, volcaron tanto a Grondona como a Lemme a embarcarse en una posición donde el título era lo único que valía, principalmente para poder defender su puesto de trabajo ante los próximos dirigentes. De esa manera, los jóvenes terminaron siendo las víctimas de un trabajo en el cual se apuntó más a cuestiones políticas, que nada tenían que ver con el juego. Grondona y Lemme fueron la herencia de Julio Grondona, y dejaron pasar una oportunidad inigualable para exhibir un fútbol que se ha perdido hace varios años, a cambio de favorecer su curriculum con un título.
Nadie garantiza que con un fútbol más creativo pudieran haber tenido éxitos en ambos mundiales, pero seguramente el reconocimiento a un estilo hubiera sido positivo para ellos.
Pero quizá, estos golpes sean beneficiosos para que la directiva les preste más atención a los menores, que así parecen a la deriva.
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