Domingo, 28 de febrero de 2016 | Hoy
DEPORTES › HURACAN Y SAN LORENZO IGUALARON 1-1 EN EL CLASICO JUGADO EN PARQUE PATRICIOS
En un partido en el que sobró fervor y faltó fútbol, el equipo de Eduardo Domínguez logró una agónica igualdad, gracias al gol de Wanchope Abila y con un hombre menos. El conjunto de Pablo Guede se había puesto en ventaja con un tanto de Belluschi.
Por Daniel Guiñazú
San Lorenzo paladeaba un triunfo ajustado y sin lustre en el clásico de anoche ante Huracán. Pero en la última pelota del partido se descuidó, miró demasiado. Y los tres puntos que tenía casi asegurados en el bolso, se le redujeron a uno. Cuando ya no quedaba tiempo para nada más, Romero Gamarra lanzó un centro desde la izquierda, Espinoza la bajó al medio y el cordobés Ramón “Wanchope” Abila, con un remate corto, anotó un empate 1-1 que el Globo, con un hombre menos por la expulsión del zaguero uruguayo Risso, saboreó como un triunfo y el Ciclón digirió como si se tratara de una derrota.
El comentario irá girado al segundo tiempo. Porque el primero casi no existió. Los dos tomaron pocos riesgos, Huracán tuvo más la pelota pero no supo qué hacer con ella, San Lorenzo esperó y presionó más atrás de la mitad de la cancha y al partido se lo devoró el tedio. Sobraron las interrupciones y las emociones pasaron de largo. No hubo llegadas para nadie y eso califica de sobra a los primeros curante y cinco minutos.
En el segundo, las cosas fueron distintas. Huracán dejó de tirarle pelotazos frontales a Abila, San Lorenzo retrasó a Mussis y adelantó a Ortigoza para controlar mejor el juego y los arcos se acercaron. Torrico primero le sacó a Bogado un derechazo desde afuera del área y después, en la misma jugada, se lo tapó a Espinoza y a Montenegro. Y enfrente, Marcos Díaz le sacó un buen remate a Cauteruccio (en la primera etapa, reemplazó a Blandi) y casi inmediatamente, Caruzzo, demasiado solo, cabeceó de pique un córner de Blanco desde la izquierda y la pelota se fue por encima del travesaño.
A los 23 minutos, Pablo Guede, el técnico de San Lorenzo, hizo una movida audaz: sacó a un volante (Ortigoza) y puso a un delantero de punta (Matos) para buscar la victoria con tres delanteros. El premio se cobró rápido: un minuto más tarde, Mussis le puso un buen pase al claro a Cerutti, cuyo centro al segundo palo, Belluschi de arremetida, mandó al fondo de la red. Sin hacer mucho, acaso con algo más de claridad en el manejo de la pelota, San Lorenzo se aproximaba al triunfo.
Seis minutos antes del cierre, Risso volteó desde atrás a Blanco en la mitad de la cancha y el árbitro Fernando Rapallini le sacó la tarjeta roja al defensor uruguayo de Huracán. Parecía condenado a la derrota el equipo de Parque Patricios. Le quedaba una ficha por jugar: llenarle de centros el área a San Lorenzo. Y la jugó. El primero, desde la izquierda, Romero Gamarra (que había entrado por Fritzler) lo mandó pasado y Espinoza, de volea, conectó por encima del horizontal.
El último, cuando ya se jugaba el cuarto minuto de descuento, derivó en el empate en una jugada casi calcada. Decantadas las emociones calientes del cierre estuvo bien el 1-1. Ninguno tuvo más que el otro. Lo que les sobró de fervor y de entrega, les faltó de fútbol.
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