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Estudiantes hizo méritos más que suficientes para quedarse con el triunfo, pero careció de precisión para definir las situaciones que generó y tuvo que conformarse con el empate sin tantos como visitante de Racing. Los locales juegan mal, hace tres fechas que no convierten y quedaron a ocho puntos de River. El de La Plata sigue mejorando y llegó a los 17. Sobre el final del encuentro fue expulsado el zaguero de Estudiantes Juan Manuel Azconzábal por cometerle una fuerte infracción a Maxi Estévez, apenas unos minutos después de haber reemplazado a Farías. Algo similar le sucedió ante River: entró al final, fauleó a Zapata y lo echaron.
El primer tiempo fue decididamente malo, ya que todo el juego se desarrolló en la mitad de la cancha y por eso los arqueros no pasaron sobresaltos. Racing remató una sola vez al arco durante toda la etapa: fue cerca del cuarto de hora con un disparo de Bastía que pasó a un metro del ángulo derecho de Tauber. La visita, por su parte, insinuó más de lo concretó porque careció de variantes para contrarrestar la gran cantidad de jugadores que agrupó el equipo de Merlo en defensa.
Ese mejor juego que Estudiantes había insinuado en la etapa inicial se acrecentó en el segundo período, al punto que el equipo de Craviotto fue muy superior y generó cinco situaciones claras para convertir.
Una buena acción de Farías dentro del área que salvó Campagnuolo y un tiro libre rasante de Pompei que volvió a neutralizar el arquero contra su palo izquierdo fueron las mejores oportunidades que tuvo la visita abrir el marcador. Estudiantes superaba en todos los sectores a Racing por la movilizad de Farías en la ofensiva, el criterioso trabajo de Pompei por la derecha y el de Zapata por la izquierda. No le alcanzaría, sin embargo, porque siempre le faltó algo a la hora de concretar.
A todo esto, lo de Racing dejaba mucho que desear. Nada de nada. Y si no perdió fue porque Estudiantes –sobre todo el múltiple goleador Ernesto Farías, de buena actuación pero sin gol– careció de precisión en los momentos clave y porque Campagnuolo volvió a ser, sintomáticamente, la figura de su equipo y en dos ocasiones salvó la segura caída de su valla.