Jueves, 4 de mayo de 2006 | Hoy
Barcelona se consagró ayer en España y lo mismo hicieron Chelsea, Lyon, Porto y PSV. La Juventus también está cerca en Italia.
Llámese casualidad, coincidencia, azar o guiño del destino, el final de temporada de los campeonatos de fútbol más importantes del mundo puede llegar a exhibir un rasgo muy singular, con los últimos campeones reteniendo el título y mostrando que, pese a tener un mayor presupuesto (superior en la mayoría de los casos) respecto del resto, la decisión de prolongar y respetar un proyecto de trabajo a largo plazo es la mejor manera de obtener resultados y mantenerlos en el tiempo. Otra de las claves que podrían explicar este fenómeno es la capacidad de los dirigentes para evitar desmantelar los planteles y reforzarlos, a su vez, lo mínimo imprescindible.
En España, Barcelona repitió ayer el festejo después de vencer 1-0 a Celta, con un gol convertido por el camerunés Samuel Eto’o. El grito de campeón se dio al final del primer tiempo, debido a que Valencia, su inmediato perseguidor, había perdido 2-1 ante Mallorca.
Luego de cortar una racha de cinco temporadas sin éxitos, el club catalán le ratificó su confianza al director técnico holandés Frank Rijkaard, quien a su vez tuvo la viveza de modificar algunas piezas en el andamiaje de su equipo. Así, cuando percibió un bajón en el rendimiento del francés Ludovic Giuly no dudó en meter al argentino Lionel Messi, que venía de realizar una estupenda actuación en el Mundial Sub 20 de Holanda, donde se coronó goleador y mejor jugador del certamen. Por estos días, Messi continúa recuperándose de una lesión muscular.
De la misma manera que los catalanes, Chelsea de Inglaterra, Lyon de Francia, Porto de Portugal y PSV de Holanda volvieron a subirse al podio luego de casi doce meses de competencia. En tanto, Juventus de Italia y Bayern Munich de Alemania están cerca de seguir sus pasos, y salvo que ocurran pequeñas catástrofes, reiterarán el festejo de un año atrás.
En Argentina, si bien la temporada se divide en dos torneos cortos de 19 fechas cada uno, Boca se encuentra muy cerca de volver a mirar a todos desde arriba a partir de la decisión y apuesta de la dirigencia por mantener al plantel, exceptuando la venta de Rolando Schiavi, el único que no continuó este año. En éstos también será importante la continuidad o no del entrenador Alfio Basile, quien tiene mucho que ver en este presente boquense.
En Inglaterra, Chelsea, a partir del aporte económico del ruso Roman Abramovich y bajo la conducción del extravagante portugués José Mourinho, se adjudicó el tercer campeonato de su historia. Pero en pleno festejo pocos recordaron que con la llegada del magnate ruso, el club contrató al ex manager general del Manchester United para planificar un trabajo a largo plazo, sobre todo en el seguimiento de jóvenes promesas. Otro buen ejemplo en tierras británicas es el de Arsenal, donde el técnico francés Arsene Wegner consiguió dirigir al conjunto rumbo a la final de la Liga de Campeones luego de nueve años ininterrumpidos en su cargo.
En Francia, Lyon se alzó hace poco con el pentacampeonato galo gracias a que los directivos del club no desarmaron el equipo, pese a los jugosos ofrecimientos que llegaron desde los clubes más poderosos del mundo por varias de sus actuales estrellas, como Juninho Pernambucano, Carew y Wiltord, entre otros.
Pero más allá de la casualidad, ¿qué pasaría si el dato se transformara, con el correr del tiempo, en una nueva tendencia en el fútbol mundial? Probablemente, se convertiría en un signo de resignación para el resto de los clubes, que deberían conformarse con pelear eternamente por el segundo puesto. Porque si los equipos grandes (que por razones obvias poseen ingresos muy superiores al resto) entienden que la apuesta a un trabajo a largo plazo les garantiza el éxito en el corto tiempo, los equipos más humildes necesitarán de un milagro para coronarse campeones.
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