Jueves, 4 de mayo de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › UNA EMPRESARIA FUE HERIDA DURANTE UN ROBO EN UN COUNTRY DE PILAR
La mujer llegaba al Mayling, uno de los barrios privados más exclusivos de la zona, cuando fue interceptada por tres hombres que quisieron robarle el maletín. Uno de ellos le disparó en el pecho. Está fuera de peligro. El marido denunció “inacción” de los custodios.
Por Horacio Cecchi
Sobre la calle Chubut al 400, cuatro cuadras hacia dentro de la Panamericana en el acceso a Pilar, se abre el acceso al country Mayling Club de Campo o simplemente el Club, como lo llaman sus adinerados socios y habitués. El martes pasado a las siete y media de la tarde, sobre Chubut y una cuadra antes de la prominente entrada con apariencia de bunker custodiado con armas largas, fue baleada una de sus socias, la empresaria Irene Habensus, vicepresidenta de dos concesionarias de automotores de la zona. La mujer, de 55 años, llegaba en su Fiat Stilo rojo y fue encerrada por un Volkswagen azul en el que viajaban tres hombres. Uno de ellos intentó arrebatar algo, según parece un maletín, y baleó a la mujer en el pecho. Habensus fue internada en el hospital Austral, donde se repone tras la extracción de una bala del pecho. Ayer, Raúl Roncayolo, esposo de la víctima y presidente de ambas concesionarias, acusó a la guardia del Mayling de inacción, zona liberada y demás. “¿Es posible que pase esto delante de las narices de la guardia externa? Yo pago esa guardia para que no pasen estas cosas”, dijo.
La entrada principal del Mayling C. de C. se encuentra sobre la vereda par de la calle Chubut, a cuatro cuadras de la Panamericana y muy cerca de un centro comercial con cines y paseos incluidos. En la puerta de ingreso, un guardia con una impresionante escopeta y un minibunker de vidrios polarizados parece decir que por allí el acceso no es abierto al público.
Por fuera, una garita sobre la vereda, a unos diez metros de la entrada, oficia de guardia externa. Ayer, cruzando Chubut, frente a la garita, había estacionado una camioneta de Federal Resguard, la empresa de seguridad privada encargada de controlar el acceso al club por el exterior. A unos pasos de la garita, un cartel verde con letras blancas advierte: “Sector bajo vigilancia electrónica permanente”.
Al parecer fue inútil: ni cámaras ni hombres fueron capaces de registrar la patente del Volkswagen azul de la encerrona. “Los que en ese momento estaban afuera del country son adicionales de una agencia de seguridad privada, pero no protegieron a mi mujer en ningún momento. Ni siquiera saben decirme qué patente tiene el auto”, denunció ayer Roncayolo.
Raúl Roncayolo es dueño de al menos dos concesionarias de autos: Automotores Ardama SA, ex Autoimport, ubicada en el kilómetro 54 de la Panamericana, y Hawswagen Pilar SA, ex Automotores Ardama, concesionaria de Ford, sobre el kilómetro 51. Además es director suplente de Trammel SA, agencia de camionetas y utilitarios, ubicada en el kilómetro 49, también de la Panamericana. Su esposa, Irene Nélida Habensus, es vicepresidenta en las dos primeras y directora suplente en la segunda.
De acuerdo con la propia denuncia de Roncayolo, su esposa todos los días retira la caja de la concesionaria y se dirige a su casa, en el Club, de la que la separan menos de diez cuadras, del otro lado de la Panamericana. “Pero les pasaron mal el dato; por ley, la compra de autos no se puede hacer en efectivo, a lo sumo en cheque. En el maletín que llevaba mi mujer llevaba cheques y documentación.” Poco antes de las siete y media de la tarde del martes, Habensus subió a su Fiat Stilo rojo con el maletín y se dirigió a su casa. Cruzó la Panamericana y tomó por Chubut. Pero antes de llegar al Mayling la encerró un VW azul en el que viajaban tres hombres. Ella sólo puede recordar a uno que le pareció “muy prolijo” como vestía. A Roncayolo le llamó la atención que le arrancaran el maletín pero no le robaran la cartera, sugiriendo una entrega y no un robo al voleo, como insiste la Bonaerense. “Acá, o te matan adentro o te matan afuera”, disparó, contundente, Roncayolo.
Aparentemente un gesto de la mujer, según algunos; aparentemente un tironeo del maletín, según otros, terminó en que el asaltante “prolijo” le pegó un tiro en el pecho y a muy corta distancia. El trío fugó sin que quedaran registrados siquiera datos de la patente, empujando hacia el fantasma de la zona liberada sutilmente sugerido por Roncayolo.
La mujer fue trasladada de urgencia al hospital privado Austral, ubicado a pocas cuadras del otro lado de la Panamericana, donde fue internada en terapia intensiva. Ayer por la tarde se reponía, según el parte médico ofrecido por el médico Alejandro Hita, quien agregó que se encontraba “estable, consciente y en un aceptable estado de ánimo”.
Por su lado, el comisionado Jorge Acuña, jefe de la Departamental de Pilar, sostuvo una línea exactamente opuesta a la que denunciaba Roncayolo. “Se trató de un hecho fortuito, delincuentes comunes que robaron al voleo.” Acuña negó que en la zona hubiera inseguridad, como surgía de la denuncia de Roncayolo. “Hay móviles que recorren permanentemente las zonas de ingreso y egreso de los countries.” “Yo soy proveedor de servicios a los autos de la policía –respondió Roncayolo–. A Acuña lo conozco. Me gustaría encontrarme con él, que dice que no hay inseguridad en la zona.”
No es la primera vez que el Mayling C. de C. aparece en los diarios. En febrero pasado robaron una caja fuerte de 90 kilos de una casa. Todo parece que fue resuelto internamente. Y no es la primera vez que la seguridad privada de los countries está en la mira. Para algunos, la cuestión pasa por la complicidad. Para otros, en que la seguridad es un negocio.
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