Martes, 20 de junio de 2006 | Hoy
DEPORTES › LAS DECEPCIONES DEL MUNDIAL
El equipo no encuentra los caminos en la cancha y está muy lejos de aquel lujoso campeón de 1998. Corre peligro de volver a quedar eliminado y Zidane se retira en medio de una realidad muy oscura.
Por Adrián De Benedictis
El mundo del fútbol se rendía, hace exactamente ocho años atrás, ante una selección que desplegaba un juego sólido y convincente. Francia encontraba en su tierra la gloria máxima para, por primera vez, subirse a lo más alto. Y el éxito siguió rodeando a los europeos cuando en el 2000 obtenía la Copa de Europa. A partir de ahí comenzó la curva descendente para los franceses y aún hoy continúan caminando en la oscuridad. El ciclo de los franceses lentamente está llegando a su fin y necesitará otro tiempo para provocar un recambio generacional que los devuelva a los lugares de privilegio.
El equipo de Raymond Domenech no tiene un rumbo claro y el próximo viernes podría despedirse nuevamente en la primera ronda, de la misma manera que le sucedió en Corea-Japón 2002. Sin ideas, sin alma, sin reacción, hace dos mundiales que Francia deambula por las canchas sin encontrar respuestas. Pero éste parece el final no sólo de su máximo estratega, Zinedine Zidane, sino de un grupo que ha sido superado por el desgaste. Para agregarle más contratiempos, Zidane no podrá jugar ante Togo, debido a que debe cumplir una fecha de suspensión por haber recibido dos tarjetas amarillas. De esa manera, el retiro de la actividad del capitán francés pudo haber sido el domingo ante Corea de Sur.
Muchos jugadores no arribaron en su mejor momento futbolístico, y ni siquiera un goleador formidable como Thierry Henry, acostumbrado a gritar en todos los partidos del Arsenal inglés, ha podido acomodarse en el campo. Recién ante los coreanos Henry pudo quebrar la racha adversa sin poder convertir que acumulaban los franceses, después de aquella final ante Brasil, en París, cuando Emanuelle Petit marcó el tercer tanto que le aseguraba el título.
El que también cambiaría su destino es el técnico Domenech, de quien dicen que recurrió al zodíaco para elegir a algunos jugadores para esta competencia. Esa y otras actitudes provocaron la poca aceptación de sus propios futbolistas.
El reloj ha avanzado muy rápido y ocho años después se siente pena por un campeón que está lleno de frustraciones y que no supo conservar la jerarquía. Pero el dolor más grande es por un exquisito como Zidane, que entregó toda su categoría en los países donde actuó, y a nadie se le hubiera imaginado que el despido sea de esta manera. Ni siquiera a su ídolo, Enzo Francescoli, a quien trató de imitar cuando el uruguayo se desempeñaba en la Liga francesa. Zidane dice adiós y toda Francia siente el dolor porque no habrá otro igual.
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