ECONOMíA › EL 20 POR CIENTO TRABAJA POR CUENTA PROPIA

Cómo es la vida sin patrón

 Por Fernando Krakowiak

Uno de cada cinco trabajadores se desempeña actualmente como cuentapropista en el país. Son 2,7 millones de personas. Históricamente, esta opción representó para muchos la posibilidad de realizar una actividad independiente que exigía un mínimo capital de entrada y proporcionaba ingresos similares o superiores a los de sus pares asalariados, sin tener la necesidad de depender de un patrón. Sin embargo, un informe del Ministerio de Trabajo revela que el 89 por ciento gana menos dinero del que podrían obtener trabajando en relación de dependencia. El dato permite concluir que esa salida laboral se ha convertido en una necesidad frente a la falta de empleo, antes que una opción para lograr un mejor desarrollo profesional y mayores ingresos.

Sólo los cuentapropistas profesionales responden a la definición tradicional, pero son apenas el 11 por ciento del total. Bajo esa categoría se incluye a médicos, abogados, ingenieros, contadores, arquitectos, psicólogos, odontólogos, músicos y artistas que privilegian la independencia sobre las protecciones que brinda el empleo asalariado de calidad (estabilidad laboral, seguridad de ingresos, seguridad social y representación sindical). Tienen ingresos similares a los de los trabajadores registrados en las mismas ocupaciones. Se reparten en partes iguales entre hombres y mujeres, el 82,8 por ciento cuenta con estudios superiores completos y menos del 5 por ciento reside en hogares pobres.

En el caso de los cuentapropistas de oficio, que concentran al 76 por ciento del total, la situación es más precaria. Ganan un 40 por ciento menos que sus pares registrados y apenas llegan a igualar a los informales que desarrollan la misma tarea que ellos, pero para un patrón. Allí se incluye a un amplio espectro que comprende, entre otros, a profesores, técnicos, enfermeros, comerciantes minoristas, albañiles, pintores, electricistas, mecánicos, camioneros y taxistas. El 65 por ciento son hombres, apenas el 34,2 por ciento terminó sus estudios secundarios, el 44 por ciento vive en hogares pobres y el 15 por ciento en hogares indigentes.

No obstante, quienes peor se encuentran son los que el informe define como “cuentapropistas de subsistencia”. Representan al 13 por ciento del total, cerca de 350 mil personas. Tienen un ingreso similar al de los trabajadores informales que realizan la misma tarea bajo las órdenes de un patrón, pero ganan un 50 por ciento menos que los “cuentapropistas de oficio”. En este grupo se incluye a los trabajadores que operan de manera independiente, pero con recursos y productividad tan bajos que no pueden obtener ganancias sino apenas ingresos para sobrevivir.

Son vendedores ambulantes, promotores, volanteros, peones, cuidadores, changarines y jornaleros. El 74,3 por ciento son hombres, el 78 no completó sus estudios secundarios, el 75 vive en hogares pobres y el 42 por ciento en situación de indigencia. Esta fue la modalidad de trabajo por cuenta propia que mostró mayor dinamismo en la década del ’80, revirtiendo el patrón histórico asociado a la expansión de actividades por cuenta propia de oficio. Mientras que en los ’90 la tendencia se agudizó debido a la saturación del sector informal para absorber el excedente de la fuerza de trabajo, luego de las reformas neoliberales implementadas durante la presidencia de Carlos Menem.

El estudio, realizado por los investigadores del Ministerio de Trabajo, Eduardo Lepore y Diego Schleser, le pone cifras precisas a la transformación vivida por los cuentapropistas en los últimos treinta años, dejando definitivamente de lado la visión del “sector cuasi informal” que primó hasta la década del ’70, y que permitía asociar esa actividad a individuos con personalidad independiente, poco afectos a la subordinación jerárquica, con disposición a asumir riesgos e iniciativa de gestión de negocios a microescala.

Esa caracterización continúa vigente en los países centrales, donde los cuentapropistas no suelen superar el 10 por ciento de la población ocupada. En la Argentina, en cambio, este segmento está dominado por actividades con baja o nula rentabilidad, en un escenario fragmentado donde los únicos que parecieran estar en condiciones de reivindicar esa opción laboral son los profesionales. Para el resto es apenas un refugio ante la falta de opciones.

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