Martes, 20 de junio de 2006 | Hoy
EL PAíS › LOS CAMBIOS EN LA CURIA VATICANA
Los desplazamientos de Angelo Sodano y de Leonardo Sandri repercuten en el Episcopado.
Por Washington Uranga
En Roma, en la curia vaticana más precisamente, se anuncian cambios. Quienes siguen de cerca los movimientos políticos de la cúpula eclesiástica romana aseguran que Benedicto XVI no irá más allá de fin de mes para anunciar nuevos nombramientos que incluirían –nada más ni nada menos– la salida del poderosísimo secretario de Estado (y virtual número dos de la jerarquía católica, el cardenal italiano Angelo Sodano, de 78 años). No todos los obispos argentinos siguen al detalle las movidas de la curia, y tampoco es extraño encontrarse con algunos prelados que hasta están desinformados de lo que ocurre en Roma. Pero el caso de Sodano es especial. El secretario de Estado ha tenido intervención directa y protagónica en la vida política argentina, en particular durante la presidencia de Carlos Menem y en la Iglesia Católica apoyando a los sectores más conservadores, incluso impulsando la designación de obispos que respaldaran esa línea. Esteban Caselli, quien fuera embajador de Argentina ante el Vaticano y secretario de Culto durante la presidencia de Menem, es amigo personal y de la familia de Sodano, y por esa vía ejerció una influencia que le permitió imponer sus propias iniciativas y las de sus obispos amigos y dejar desairada en más de una oportunidad a la conducción de la Conferencia Episcopal. Héctor Aguer, el ultraconservador arzobispo de La Plata, es el principal aliado de Caselli entre los obispos y asiduo interlocutor de Sodano en sus frecuentes viajes a Roma.
Medios eclesiásticos y periodísticos italianos mencionan al cardenal italiano Tarcisio Bertone (71 años), arzobispo de Génova, como casi seguro sucesor de Sodano en la Secretaría de Estado. Bertone pertenece a la congregación de los Salesianos y es también un conservador. Benedicto XVI lo conoce muy bien porque durante siete años lo acompañó como su colaborador directo cuando Jozef Ratzinger ejercía la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio). Bertone es un conservador, pero su perfil “pastoral” lo diferencia de Sodano (a quien se considera un diplomático de carrera). Por ese motivo en los ámbitos católicos argentinos se espera que Bertone –quien conoce la Argentina y tiene en los salesianos de este país una fuente directa y confiable de información– podría tener una posición más dialoguista y respetuosa de la jerarquía local, atendiendo a sus demandas y puntos de vista.
“Está claro que Sodano no es la única vía de entrada que Caselli tiene en el Vaticano”, confió hace pocos días a Página/12 una alta fuente diplomática cercana al tema. Pero al mismo tiempo advirtió que la salida de Sodano debilitaría y mucho la influencia que el ex funcionario menemista tiene en Roma. Respecto de la Iglesia argentina, tan trascendente como la salida de Sodano puede ser el nuevo destino que tenga el sustituto de la Secretaría de Estado (una especie de “ministro del Interior”), el arzobispo argentino Leonardo Sandri. Siempre en reserva, algunos obispos argentinos les asignan tanta responsabilidad a Sandri como a Sodano y a Caselli en las intromisiones en la vida interna de la Iglesia local, en particular en las interferencias planteadas con la designación de obispos. Sandri es otro aliado de Aguer y del sector más conservador del Episcopado. Algunas fuentes señalan que podría producirse un enroque entre Sandri y el nuncio apostólico en París, Fortunato Baldelli. Este último pasaría a ocupar el cargo de sustituto de la Secretaría de Estado y Sandri marcharía rumbo a Francia. Si así ocurriera, el Papa no habría echado en saco roto muchas de las quejas que le llegaron desde Argentina contra Sandri. La nunciatura en París es un cargo importante, pero no de la relevancia que puede tener una designación en la curia vaticana. Existen otras versiones que, sin embargo, lo tienen a Sandri como firme candidato a ocupar la titularidad de un dicasterio (especie de ministerio) vaticano. Ello podría concretarse tiempo después de que asuma el nuevo secretario de Estado, del que Sandri es auxiliar directo, para facilitar la transición.También desde el gobierno argentino se siguen con atención los eventuales reemplazos entre los colaboradores del Papa. Como queda visto, en la Iglesia Católica nada que ocurra en Roma es ajeno a lo que aquí mismo suceda. Máxime si se trata de personajes que han tenido fuerte influencia en la vida reciente del país. También está pendiente la resolución en torno de la disputa por el obispo castrense Antonio Baseotto.
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