Martes, 26 de septiembre de 2006 | Hoy
DEPORTES › DESPUES DE HABER JUGADO CINCO MINUTOS EL DOMINGO
El club catalán observa con perplejidad cómo el técnico Rijkaard lo volvió a incluir tras haberlo puesto en venta.
Por Luis Martin *
Desde Barcelona
Después de 864 días, Javier Saviola volvió a jugar en el Barcelona. Frank Rijkaard recurrió a él para desatascar el clásico contra el Valencia y el Camp Nou le dedicó al delantero argentino una sonora ovación. “No olvidaré nunca ese momento, me llevaré siempre conmigo su afecto. Nunca había tenido sensaciones como éstas en una cancha”, confesó Saviola, todavía emocionado. Rijkaard recurrió al delantero con el que hace sólo dos meses no contaba y generó un problema: con Gudjhonsen y Giuly en el banquillo, el entrenador holandés sorprendió incluso a sus propios colaboradores dándole minutos al Conejo, que ni siquiera había sido convocado hasta que llegó el partido ante el Valencia. “Pudo haber algo de psicológico en su decisión, pero fue principalmente futbolística. Buscábamos remate”, aclaró uno de los ayudantes técnicos de Rijkaard, Eusebio Sacristán, ahondando en la explicación que había ofrecido el entrenador holandés tras el partido: “Necesitábamos gol”. “Los jugadores se ganan las oportunidades y los minutos por su trabajo”, añadió Eusebio.
Hombre tan querido por los hinchas como costoso de mantener en el plantel por sus altísimos emolumentos, a Saviola le abrió Rijkaard la puerta de salida del club el verano del 2002 después de haberlo alineado en 34 partidos y verlo celebrar 14 goles. A Sandro Rosell, entonces vicepresidente deportivo del club, y a Txiki Begiristain, director deportivo, se les abrió el cielo al ver que su idea coincidía con la del técnico. Seguramente, los dos, ahora separados, fueron los primeros sorprendidos al ver a Saviola el domingo sobre el campo, por cuanto si sigue en el equipo es sólo por su empecinamiento en cumplir el año de contrato que le resta y contra la voluntad de la junta y del propio entrenador.
La historia del Conejo en el Barça es larga y llena de complicaciones. A las órdenes de Rexach, jugó en su primer año 36 partidos y marcó 17 goles. La campaña siguiente, que empezó Van Gaal y terminó Antic, logró 13 goles y jugó 36 encuentros. Mientras, pasó por los juzgados de Rubí (Barcelona) por una denuncia de intermediarios argentinos que le reclamaban una comisión por su traspaso de River al Barcelona. Luego aceptó dos cesiones consecutivas, al Mónaco y al Sevilla, consciente de que no contaba en los planes de Rijkaard. Empeñado en cumplir su último año de contrato con el Barça, Saviola decidió quedarse pese a saber que la opinión de Rijkaard no había variado. “Con él siempre nos hemos dicho las cosas en la cara. Sabe lo que pienso y cómo juego, lo que le puedo dar o no. Nunca he tenido problema con él”, aseguró Saviola, que horas después de reaparecer con el Barça vio cómo el técnico lo dejaba fuera de la convocatoria para el partido de hoy en Bremen, valedero para la Champions League. “Sé que la competitividad es grande. Cuando no voy convocado, Rijkaard siempre tiene una palabra de aliento para seguir trabajando. Yo me siento uno más del equipo”, dijo. “Los jugadores nos alegramos mucho por él al verlo otra vez en el campo”, asegura Gio Van Bronkhorst. “Tengo un apoyo muy grande del vestuario y me siento muy cómodo”, dijo el argentino, que parece haberse salido con la suya. “Mi reto, cuando tomé la decisión de seguir, era tener minutos y ser útil al equipo. Ahora, mantengo la misma postura”, cuenta. La cuestión es que ahora parece que Saviola le ha ganado el pulso al Barcelona, que por indicación de Rijkaard lo puso en el mercado. El delantero se negó a marcharse y ahora hasta juega. Buscando una solución, Rijkaard ha creado un problema. La gente lo quiere y el holandés le ha dado la oportunidad de volver. Pero acaba contrato el 30 de junio y al club poca gracia le ha hecho.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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