Miércoles, 2 de abril de 2008 | Hoy
¿Cuánto lo ayudó el fútbol a su adaptación de posguerra?
–Mucho. Con el fútbol estás en un grupo de jugadores, con los hinchas, y eso te anima. Muchos otros chicos no tuvieron esa posibilidad de reinserción. A los pocos días de haber vuelto de Malvinas, me llamaron para concentrar en Huracán. No iba a jugar, pero era algo simbólico, y la verdad me sirvió mucho. Mientras cenábamos estaba con el Mono Guibaudo y con Néstor Candedo y les conté cómo había sido mi situación en la guerra. Eso era lo que nos hacía falta. Y quizá muchos ex combatientes no tuvieron la chance de contar lo que les pasó.
–¿Con su familia también lo habló abiertamente?
–Mi vieja, por ejemplo, nunca me preguntó nada y no lo va a hacer. Es difícil hablar de algo que saben que te hizo mal.
–¿Tiene hijos?
–Sí, una nena que está por cumplir un año.
–¿Cómo le va a explicar que su padre estuvo en Malvinas?
–No sé. Esperaré a que me pregunte. Siempre que hablo de este tema lo hago con respeto y cuidado porque hubo muchos soldados que murieron y muchas familias detrás. No me interesa meterme en política, pero a veces hablo con algunos chicos que no saben que la Argentina estuvo en guerra. Estos temas deben estudiarse en las escuelas. Y en cuanto a mi hija, le diré que estuve en una guerra en la que murieron muchos soldados y de la que gracias a Dios pude volver.
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