La vara con que se juzga a los poderosos y a los que no lo son tanto, a los clubes de Primera A y del Ascenso, es diferente. Por eso resulta imperioso citar antecedentes que lo corroboren. Ceñidos a las sanciones que aplicó la AFA en los últimos años, puede entenderse por qué, ayer, Julio Grondona recibió en su despacho al dirigente piquetero Luis D’Elía, un declamado hincha de Almirante Brown. Este último le pidió al presidente si podía reducirse la sanción al club de La Matanza –le descontaron 18 puntos por incidentes que provocó su barra brava en junio de 2007– en el marco de una visita donde también conversaron sobre el impedimento para que Bolivia pueda jugar en la altura de La Paz por una determinación de la FIFA. El castigo más injusto de todos lo recibió Colegiales en junio de 2004, cuando le sacaron 9 puntos por incidentes que produjo su hinchada en un partido con Tigre. Por esa sanción, descendió de la Primera B a la C y no se reconsideró la medida. En cambio, otros clubes recurrieron al Tribunal de Apelaciones de la AFA y lograron la cancelación o la disminución de las penas. Fue después de que Javier Castrilli impulsara el endurecimiento de los castigos luego de graves incidentes entre las barras de Boca y Chacarita ocurridos el 31 de agosto de 2003.