Miércoles, 15 de junio de 2011 | Hoy
Arquero del Racing campeón de 2001, Gustavo Campagnuolo analiza este momento de los arqueros:
–¿A qué se deben tantos errores?
–El trabajo del arquero es muy cruel y ante la mala, no hay vuelta atrás. El problema es cuando no se intensifica la técnica para evitar los errores. En este fútbol que tiene poco entrenamiento con pelota, el arquero es el que más lo siente, porque se le anula la sensibilidad, el tiempo, y especialmente la repentización, algo que sólo el laburo mejora.
–¿Cómo vio los errores de la última jornada?
–El de Luccetti es un problema de cálculo al saltar fuera de tiempo. Le dio al delantero la libertad para ganar la posición. Los arqueros deben hacerse gigantes en el área. Su voz de mando tiene que sentirse tanto para los defensores, a los que le brinda confianza, como a los rivales, que lo terminan respetando. El error de Fernández es una inconsciencia que genera el apuro. Es un error terrible que se paga caro por no tener conexión con su línea defensiva. Con la mente puesta en el arco rival, perdió de vista el propio. La falla de Monzón es pura desconfianza. Las salidas en los centros llovidos tienen que ser siempre del arquero, y más cuando cae en el área chica.
–¿Qué opina de los errores de Carrizo?
–Son fallas que pueden darse en cualquier arquero. Todos necesitamos “comernos” algunos goles, como escarmiento y aprendizaje. Hay que asumirlo y entender que hay fallas que mejor no repetir. Carrizo suele gambetear donde menos debe hacerlo. La personalidad es fundamental para el puesto y, en ese sentido, es el de mayor carácter en el fútbol argentino, pero siempre es preferible ser simple y no complicarse.
Entrevistó: Matías Quercia.
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